domingo, 31 de octubre de 2010

Tema 1. RAÍCES, DE LA ANTIGÜEDAD A LA EDAD MODERNA (Reconquista y Repoblación)

1. INTRODUCCIÓN: El nacimiento y expansión de los reinos cristianos.

Iniciada la conquista musulmana y hasta el siglo X, la hegemonía política peninsular correspondió a Al-Ándalus. Coincidiendo con el desarrollo del Emirato y del Califato de Córdoba, los reinos cristianos fueron configurándose como estructuras políticas independientes, cada vez más importantes, pero sin la dimensión política ni la entidad económica y cultural del núcleo andalusí. A partir de entonces y hasta el fin de la Reconquista (1492), la supremacía fue de los reinos cristianos, los cuales se extendieron de norte a sur peninsular, recuperando el territorio perdido tras la invasión del 711.
Durante los siglos XII y XIII, la estabilidad política y la unificación de intereses entre los distintos reinos occidentales y orientales condujeron al nacimiento de la Corona de Castilla y de la Corona de Aragón respectivamente. Ambas adoptaron una política expansiva que les llevó a extenderse hacia el norte de África, la zona Atlántica, en el caso de Castilla, y hacia el Mediterráneo occidental, en el de Aragón. Paralelamente se adoptaron las estructuras socioeconómicas del feudalismo, adaptadas a las peculiaridades peninsulares y la cultura cristiana.
La unificación de ambas coronas con el matrimonio entre Isabel de Castilla y Fernando de Aragón posibilitaría la supremacía definitiva del orden cristiano y la construcción de la monarquía moderna en nuestro país.

Origen y desarrollo de los reinos cristianos:


Reino Asturleonés: Poblado originalmente por astures, cántabros y vascones, tuvo su origen en la victoria del noble Pelayo ante los árabes en Covadonga (722) y su consolidación durante los reinados de Alfonso II, Ramiro I y Alfonso III entre fines del siglo VIII y principios del X . El reino gozó de gran prosperidad y posición hegemónica gracias a la herencia visigoda, de la que se sintieron sucesores, y a sus relaciones con el imperio de Carlomagno. Tras la muerte de Alfonso III el Magno, Ordoño II trasladó la capital a León (914), iniciándose un periodo de tensiones territoriales debido a luchas internas con Galicia y Asturias motivadas por el reparto del reino entre los hijos de los monarcas y los ataques árabes. Paralelamente, el condado de Castilla adquirirá autonomía jurídica bajo Fernán González a mediados del siglo X.
Reino de Castilla: Surgido tras la muerte de Sancho III de Navarra (1035), heredero del antiguo condado castellano, quien lo cedió postumamente a su hijo Fernando I convertido en nuevo reino independiente de León. Su hijo, Alfonso VI unificó por primera vez ambas coronas, iniciando un proceso de conquistas que culminaría con la toma de Toledo (1085). Las incursiones de los almorávides y almohades (siglos XI y XII) frenaron la expansión, relanzada posteriormente por Alfonso VIII, quien conquistó Cuenca e implantó las órdenes militares en nuestro territorio. La derrota de los almohades en la batalla de Las Navas de Tolosa (1212) permitió a Fernando III conquistar el valle del Guadalquivir con Córdoba (1236) y Sevilla (1248) y Murcia (1246), aglutinando bajo su persona definitivamente las coronas castellana y leonesa, y dando lugar a la Corona de Castilla (1230). Alfonso X institucionalizó la nueva entidad política dotándola de un ordenamiento jurídico común: El Código de las Partidas (h. 1265), complementado por Alfonso XI a través del ordenamiento de Alcalá (1348). Este último venció a los benimerines en la batalla del Salado (1340) y conquistó Algeciras, permitiendo el control del Estrecho de Gibraltar. Tras su muerte se inició un conflicto dinástico entre su sucesor Pedro I y el bastardo Enrique de Trastámara que apoyado por la nobleza consiguió hacerse con el poder (1369). La llegada de los Trastámara al trono iniciaría un proceso de acercamiento hacia la corona aragonesa que culminaría en el matrimonio de los Reyes Católicos en 1469.
Reino de Portugal: Alonso Enríquez, aprovechando los deseos imperialistas de Alfonso VII proclamó la independencia del territorio a mediados del siglo XII. Tras las intenciones de Castilla de hacerse con el reino después de la muerte del rey Fernando I sin descendencia masculina, Portugal se alzó en armas y derroto a los ejércitos en Aljubarrota (1385).
En los Pirineos centrales y occidentales, las posibilidades de aparición de entidades políticas cristianas estuvieron muy limitadas por el fuerte asentamiento de los musulmanes en el valle del Ebro.
El nucleo navarro estuvo sometido a una doble influencia: la de los carolingios al norte y la de los Banu Qasi al sur. En el siglo IX, la dinastía de los Iñigos consiguió con el apoyo de los vascones constituir el reino de Pamplona que un siglo después bajo los Jimenos y favorecido por los reyes astures se hizo fuerte en la región dando lugar al reino de Navarra. Durante el primer tercio del XI obtuvo la hegemonía pirenaica en la persona de Sancho III el Mayor, gracias al uso de una gran fuerza militar, alianzas matrimoniales y amplias relaciones de vasallaje, que le permitieron dominar un territorio que se extendía desde León a Cataluña. A su muerte dividió el territorio entre sus hijos (Castilla, Navarra y Aragón), debilitando el reino que a partir de ese momento empezó a mirar hacia Francia con las dinastías de los Capetos, los Evreaux y los Foix. La guerra civil entre el rey Juan II y su hijo carlos de Viana por los derechos sucesorios de la reina Blanca I (1451-1461) debilitaron definitivamente el reino que se convirtió en objetivo de la política expansionista de los Reyes Católicos. En 1512 fue conquistado por el rey Fernando y poco después anexionado a la Corona de Castilla.
En los Pirineos centrales surgió a principios del siglo IX, con la figura de Aznar Galindo, el condado de Aragón, que un siglo más tarde quedaría vinculado al dominio de los reyes de Navarra. Tras la muerte de Sancho III el mayor de Navarra, el territorio recayó sobre su hijo Ramiro I convertido ahora en reino. Sus sucesores lo consolidaron mediante una política expansiva hacia el valle del Ebro: Pedro I tomo Huesca en 1105 y Alfonso I el Batallador Zaragoza en 1118. Poco después, en 1137, Aragón se unió a los condados catalanes gracias al matrimonio entre Ramón Berenguer IV de Barcelona y la princesa Petronila de Aragón. Nacía así la Corona de Aragón que completaría la Reconquista en el ámbito mediterráneo (Alfonso II conquista Teruel en 1171; Jaime I Mallorca en 1231 y Valencia en 1238) y se extendería por el mar conquistando Cerdeña, Sicilia y Nápoles.
Los condados catalanes. Tras la derrota de Carlomagno en Roncesvalles, Navarra (788), los carolingios iniciaron la conquista del noreste peninsular, llegando hasta Barcelona (801). Al conjunto del territorio ocupado se le denominó "Marca Hispánica" por ser una zona fronteriza con los musulmanes del sur. En realidad se trataba de un conjunto de condados (Barcelona, Gerona, Urgel...) que dependían de la autoridad de los francos. Durante el siglo IX dichos lazos se fueron progresivamente debilitando, al tiempo que el condado de Barcelona empezaba a hacerse fuerte con la figura del conde Wifredo el Velloso. Un siglo después, la ascensión al trono francés de la dinastía de los capetos permitió la independencia de facto del conde Borrell II. La caída del califato de Córdoba fue aprovechada por los condes catalanes, en especial, por Ramón Berenguer III para iniciar la Reconquista de la Cataluña Nueva, entre los ríos Llobregat y Ebro a finales del siglo XI. Su sucesor Ramon Berenguer IV llevaría a cabo una política matrimonial que fructificaría con la formación de la Corona de Aragón. Tras el Compromiso de Caspe (1412), se instaló en la corona la dinastía Trastámara personificada por el infante castellano Fernando de Antequera, futuro Fernando I de Aragón. Esta circunstancia favorecería el acercamiento con la corona castellana que se hizo evidente con el matrimonio de los Reyes Católicos.


2. LA RECONQUISTA: Etapas.


Proceso de expansión territorial de los núcleos cristianos a costa de los territorios peninsulares dominados por el poder islámico (Al-Ándalus) entre los siglos VII-XV, puesto que los reinos necesitaban expandirse debido al crecimiento demográfico, la feudalización, la búsqueda de botín y nuevas tierras que repoblar.
Primera etapa: (722-1031) abarca desde el nacimiento de los núcleos de resistencia y su articulación política a la descomposición del Califato de Córdoba. Esta labor fue realizada por los reinos cristianos del norte: el reino astur-leonés, el condado de Castilla, el reino de Navarra, el condado de Aragón y los condados catalanes. Las debilidades políticas de los reinos cristianos en el siglo X y el apogeo cordobés, provocaron la parálisis del avance conquistador.
Segunda: (1031-1300) ruptura de la unidad de Al-Ándalus y el surgimiento de los reinos de taifas, junto con el crecimiento demográfico, el espíritu de la cruzada y las innovaciones militares marcaron el comienzo de la verdadera ofensiva cristiana. Alfonso I conquistó Zaragoza y el valle medio del Ebro. Ramón Berenguer IV completó el dominio del valle del Ebro. Alfonso IX se expandió desde León hasta Extremadura. Jaime I de Aragón incorporó a sus dominios las Islas Baleares y Valencia. Y Fernando III de Castilla conquistó la Andalucía Bética e incorporó Murcia. Las zonas de expansión de las coronas de castilla y Aragón fueron dirimidas en distintos tratados a lo largo de este periodo (Tudilén, Cazorla y Almizra, entre otros).
Tercera: (1300-1492) Alfonso XI conquistó Algeciras, lo que propició el control de Gibraltar y el Estrecho. Sólo quedaba en poder musulmán el reino nazarí de Granada, el cual subsistió gracias a los pactos y pagos a los reyes castellanos y a la crisis generalizada en el mundo cristiano durante el siglo XIV. Finalmente fue pasto de la política de unificación territorial y religiosa impuesta por los Reyes Católicos, quienes pusieron fin a la Reconquista en 1492.

3. LA REPOBLACIÓN: Etapas.
Es consecuencia del proceso de reconquista y supuso la ocupación de aquellas tierras que se habían mantenido deshabitadas tras la conquista musulmana o que los reyes cristianos habían conquistado a Al-Ándalus y se encontraban abandonadas.
Siglos IX-X: Los repobladores procedían mayoritariamente de la Cordillera Cantábrica y los Pirineos. El sistema utilizado era la presura o aprisio, concesión de las tierras por parte del rey a quien las trabajase. Mediante este sistema se repobló Galicia, las tierras del Duero, el Alto Ebro y Cataluña.
Siglos XI-XIII: Los reyes favorecieron la repoblación concejil por medio de Cartas Pueblas o fueros (conjunto de normas y privilegios) otorgados a villas -y quienes las habitaban- que quedaban excluidas de la jurisdicción señorial. Estos concejos eran verdaderas ciudades-frontera pues su función básica era la defensa de un territorio (alfoz) contra los ataques musulmanes (Salamanca, Segovia, Ávila). Así se repobló el territorio entre los ríos Duero y Tajo.
Siglo XIII-XV: Se generalizó el sistema de repartimientos o concesiones de grandes latifundios para su ocupación, explotación y defensa a grandes señores u ordenes militares. Este sistema de repoblación es característico de la Meseta Meridional, Valencia y el valle del Guadalquivir. En ocasiones se realizaron repartimientos menores que suponían la ocupación de las casas habitadas por los musulmanes, quienes eran confinados extramuros de la ciudad aunque se les permitía permanecer en sus tierras conservando su religión y costumbres, debido a que la población mudéjar era necesaria para mantener la agricultura. Este modelo fue característico del Valle del Ebro.

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