AL-ANDALUS.
El Islam, sumisión, surge a principios del siglo VII como consecuencia de las prédicas de Mahoma, quien quiso dotar de una religión inspirada en el judaismo y el cristianismo a las tribus arábigas. Muy pronto se configuró como una entidad ideológica, religiosa y cultural que se extendió rápidamente a costa del Imperio bizantino por Próximo Oriente y la costa norteafricana.
La debilidad de la monarquía visigoda y uno más de los conflictos sucesorios acaecidos en el reino de Toledo como consecuencia de su carácter electivo, propició la llegada de los musulmanes a la Península Ibérica que se prolongaría por espacio de ocho siglos.
1.- La Conquista (711-716)
En el año 710, Don Rodrigo dirigió un golpe de estado contra los hijos del difunto rey Witiza. Estos pidieron ayuda a los beréberes del Norte de África y en el año 711, Tariq, desembarcó en Gibraltar. Rodrigo se dirigió a Córdoba, pero fue derrotado y muerto en la batalla del río Guadalete (Cadiz) ese mismo año. Esto supuso el fin del reino visigodo y el comienzo de la invasión musulmana.
La conquista se vio favorecido por:
- Las rivalidades y la crisis político-social y que habia derivado en un proceso de desintegración del Estado visigodo.
- La rápida expansión del Islam, favorecida por la yihad y la permisividad inicial hacia las costumbres de los conquistados.
- Algunos aristócratas y las comunidades judías, pactaron con los musulmanes.
- La oposición o indiferencia de la poblacion hispanovisigoda hacia los visigodos.
Entre el 711 y 716 los musulmanes conquistaron toda la Península menos la franja cantábrica y el oeste de los Pirineos, territorios habitados por pueblos muy belicosos (bascones, cántabros, astures...) y sin demasiada importancia económica ni estratégica para el Islam.
2.-El Emirato Dependiente (717-756)
La Península Ibérica pasó a ser parte del Imperio islámico, bajo el nombre de Al-Andalus (La Frontera) estableciendo su capital en Córdoba, ciudad situada en el curso medio del Guadalquivir que permitía un fácil acceso a la meseta y hacia las tierras del Mediterráneo. Desde allí, las tropas bereberes continuaron con su política expansiva, pero fueron vencidas en la batalla de Covandoga, Asturias (722), lo que unido a la derrota árabe frente a los francos en Poitiers, Francia (732) y a la revueltas internas, precipitó que se asentasen definitivamente en la Península Ibérica, abandonando sus pretensiones territoriales sobre al franja cantábrica y dejando el valle del Duero como un desierto estretégico que evitase incursiones de los pueblos norteños. Comenzaba así una incipiente organización del Estado llevada a cabo por la nobleza de origen sirio y salpicada por las revueltas bereberes de 740.
3.-El Emirato Independiente (756-929)
La revuelta de los abbasies en 750 provocó la caída de la familia Omeya al frente del poder califal de Damasco desde 661. El príncipe Abderramán I huyó hacia la frontera occidental, refugiándose en Al-Andalus donde establecío un emirato (poder político) independiente del nuevo califato abassí de Bagdad, fundamentado en la creación de un ejército mercenario y un gobierno centralizado y fuerte. No obstante, los sucesivos emires no pudieron asentar su poder por los enfrentamientos internos entre los distintos grupos musulmanes (bereberes, sirios, árabes y eslavos), las malas relaciones entre cristianos y musulmanes, y por la inestable situación económica. Las revueltas provocaron una gran crisis que terminó por debilitar el poder emiral y favoreció el ascenso de poderes locales como el de Omar ben Hafsun en el sur y el de los Banu Qasi en Aragón.
4.- El Califato de Córdoba (929-1031)
Abd al Rahman III fue conquistando las zonas sublevadas y asentando el poder de Córdoba. El proceso culminó en 929, coincidiendo con la proclamación del califato fatimí en el norte de África, que suponía la ruptura de la unidad califal en el Islam. La situación fue aprovechada para consolidar el poder político, jurídico y militar, y asumir el poder religioso rompiendo con el también con el califa de Bagdad e instaurando el califato de Córdoba bajo su persona. Además, Abderramán III acabó con las rebeliones internas, frenó el avance cristiano y transformó a reyes y condes cristianos en vasallos suyos. Los califas cordobeses intervinieron en el norte de África y se convirtieron en la potencia hegemónica de la zona.
El califato de Córdoba representó el máximo apogeo político, económico y cultural de Al-Andalus, reflejado en las expediciones contra las ciudades del norte, el embellecimiento de la ciudad de Córdoba, el desarrollo de la literatura, la ciencia y la filosofía andalusí o la acuñación de dinares de oro.
Durante el califato de Hisham II y dirigidas por el hayib Almanzor hubo expediciones de saqueo contra los reinos cristianos (Pamplona, Barcelona, Saltiago de Compostela...) y en África. A la muerte del hayib comenzó el declive del poderío musulmán y el Califato se vio envuelto en una serie de conflictos civiles que precipitarían su desaparición.
5.- Los Reinos de Taifas. Las invasiones bereberes: Almoravides y almohades (1031-1246)
La debilidad de la monarquía visigoda y uno más de los conflictos sucesorios acaecidos en el reino de Toledo como consecuencia de su carácter electivo, propició la llegada de los musulmanes a la Península Ibérica que se prolongaría por espacio de ocho siglos.
1.- La Conquista (711-716)
En el año 710, Don Rodrigo dirigió un golpe de estado contra los hijos del difunto rey Witiza. Estos pidieron ayuda a los beréberes del Norte de África y en el año 711, Tariq, desembarcó en Gibraltar. Rodrigo se dirigió a Córdoba, pero fue derrotado y muerto en la batalla del río Guadalete (Cadiz) ese mismo año. Esto supuso el fin del reino visigodo y el comienzo de la invasión musulmana.
La conquista se vio favorecido por:
- Las rivalidades y la crisis político-social y que habia derivado en un proceso de desintegración del Estado visigodo.
- La rápida expansión del Islam, favorecida por la yihad y la permisividad inicial hacia las costumbres de los conquistados.
- Algunos aristócratas y las comunidades judías, pactaron con los musulmanes.
- La oposición o indiferencia de la poblacion hispanovisigoda hacia los visigodos.
Entre el 711 y 716 los musulmanes conquistaron toda la Península menos la franja cantábrica y el oeste de los Pirineos, territorios habitados por pueblos muy belicosos (bascones, cántabros, astures...) y sin demasiada importancia económica ni estratégica para el Islam.
2.-El Emirato Dependiente (717-756)
La Península Ibérica pasó a ser parte del Imperio islámico, bajo el nombre de Al-Andalus (La Frontera) estableciendo su capital en Córdoba, ciudad situada en el curso medio del Guadalquivir que permitía un fácil acceso a la meseta y hacia las tierras del Mediterráneo. Desde allí, las tropas bereberes continuaron con su política expansiva, pero fueron vencidas en la batalla de Covandoga, Asturias (722), lo que unido a la derrota árabe frente a los francos en Poitiers, Francia (732) y a la revueltas internas, precipitó que se asentasen definitivamente en la Península Ibérica, abandonando sus pretensiones territoriales sobre al franja cantábrica y dejando el valle del Duero como un desierto estretégico que evitase incursiones de los pueblos norteños. Comenzaba así una incipiente organización del Estado llevada a cabo por la nobleza de origen sirio y salpicada por las revueltas bereberes de 740.
3.-El Emirato Independiente (756-929)
La revuelta de los abbasies en 750 provocó la caída de la familia Omeya al frente del poder califal de Damasco desde 661. El príncipe Abderramán I huyó hacia la frontera occidental, refugiándose en Al-Andalus donde establecío un emirato (poder político) independiente del nuevo califato abassí de Bagdad, fundamentado en la creación de un ejército mercenario y un gobierno centralizado y fuerte. No obstante, los sucesivos emires no pudieron asentar su poder por los enfrentamientos internos entre los distintos grupos musulmanes (bereberes, sirios, árabes y eslavos), las malas relaciones entre cristianos y musulmanes, y por la inestable situación económica. Las revueltas provocaron una gran crisis que terminó por debilitar el poder emiral y favoreció el ascenso de poderes locales como el de Omar ben Hafsun en el sur y el de los Banu Qasi en Aragón.
4.- El Califato de Córdoba (929-1031)
Abd al Rahman III fue conquistando las zonas sublevadas y asentando el poder de Córdoba. El proceso culminó en 929, coincidiendo con la proclamación del califato fatimí en el norte de África, que suponía la ruptura de la unidad califal en el Islam. La situación fue aprovechada para consolidar el poder político, jurídico y militar, y asumir el poder religioso rompiendo con el también con el califa de Bagdad e instaurando el califato de Córdoba bajo su persona. Además, Abderramán III acabó con las rebeliones internas, frenó el avance cristiano y transformó a reyes y condes cristianos en vasallos suyos. Los califas cordobeses intervinieron en el norte de África y se convirtieron en la potencia hegemónica de la zona.
El califato de Córdoba representó el máximo apogeo político, económico y cultural de Al-Andalus, reflejado en las expediciones contra las ciudades del norte, el embellecimiento de la ciudad de Córdoba, el desarrollo de la literatura, la ciencia y la filosofía andalusí o la acuñación de dinares de oro.
Durante el califato de Hisham II y dirigidas por el hayib Almanzor hubo expediciones de saqueo contra los reinos cristianos (Pamplona, Barcelona, Saltiago de Compostela...) y en África. A la muerte del hayib comenzó el declive del poderío musulmán y el Califato se vio envuelto en una serie de conflictos civiles que precipitarían su desaparición.
5.- Los Reinos de Taifas. Las invasiones bereberes: Almoravides y almohades (1031-1246)
La desaparición del califato y de la unidad institucional que representaba favoreció la proliferación de pequeños poderes locales conocidos históricamente como reinos de Taifas. Los reinos de Taifas se pueden clasificar en tres grupos: taifas árabes (Sevilla, Córdoba, Toledo, Zaragoza), taifas beréberes (Málaga, Granada) y taifas eslavas (Valencia, Murcia). en un primer momento fueron muy prolijas, coincidiendo con os núecleos de población más importantes, pero con el tiempo desaparecieron la mayoría en favor de las más importantes: Sevilla, badajoz, Zaragoza, etc.
La poca estabilidad económica les hacía estar siempre enfrentados entre sí y pagar tributos a los reyes cristianos a cambio de treguas militares o de protección. Por contra, su deseo de legitimar el nuevo poder político les llevo a una importante actividad cultural que se tradujo en la construcción de importantes palacios como la Aljafería de Zaragoza.
La poca estabilidad económica les hacía estar siempre enfrentados entre sí y pagar tributos a los reyes cristianos a cambio de treguas militares o de protección. Por contra, su deseo de legitimar el nuevo poder político les llevo a una importante actividad cultural que se tradujo en la construcción de importantes palacios como la Aljafería de Zaragoza.
Finalmente, esta fragmentación política de Al-Andalus posibilitó el avance de los reinos cristianos hacia el sur. La conquista de Toledo por Alfonso VI (1085) y la amenaza que ello suponía para otras importantes ciudades andalusíes obligó a algunas taifas como Sevilla o Badajoz a pedir ayuda a los almorávides, pueblo islamico de origen mauritano que había establecido un imperio militar en el Magreb. En 1085 entraron en la Península y un año más tarde derrotaron a las tropas cristianas en la batalla de Sagrajas en las proximidades de Badajoz. Lejos de volver a África, los almorávides iniciaron un proceso de conquista de los reinos de Taifas que duró hasta 1116 con la toma de la Taifa de Mallorca. Tras él habían conquistado la mitad sur de la Península, la costa mediterránea hasta el valle del Ebro y el archipiélago balear. Pero su gobierno duró muy poco, debido a su fuerte integrismo religioso que fue rechazado por los propios andalusíes, a la corrupción de sus gobernantes -alejados del control directo del poder de Marraquech- y a la aparición de un nuevo imperio en el norte de África, el de los almohades, que terminó por debilitarlos. En 1118 el rey de Aragón Alfonso I El Batallador reconquistó Zaragoza y en 1125 emprendió una expedición militar hacia el sur que evidenciaba la debilidad del imperio norteafricano. La caída de los almorávides propició un segundo periodo de reinos de taifas.
Hacia 1145 tuvo lugar la invasión almohade, nuevo imperio integrista norteafricano surgido en las regiones del Atlas y sustituto de los almorávides, quienes volvieron a unificar Al-Andalus estableciendo su capital en Sevilla (Giralda, Torre del Oro) e hicieron frente a los cristianos, a los que derrotaron en la batalla de Alarcos (1095). La reaccion del rey Alfonso VIII fue organizar una cruzada contra el Islam y movilizar un ejército aliado entre distintos reinos cristianos peninsulares y extranjeros, y el propio papado que derroto a los almohades en la batalla de las Navas de Tolosa (1212).
Hacia 1145 tuvo lugar la invasión almohade, nuevo imperio integrista norteafricano surgido en las regiones del Atlas y sustituto de los almorávides, quienes volvieron a unificar Al-Andalus estableciendo su capital en Sevilla (Giralda, Torre del Oro) e hicieron frente a los cristianos, a los que derrotaron en la batalla de Alarcos (1095). La reaccion del rey Alfonso VIII fue organizar una cruzada contra el Islam y movilizar un ejército aliado entre distintos reinos cristianos peninsulares y extranjeros, y el propio papado que derroto a los almohades en la batalla de las Navas de Tolosa (1212).
Resultado de la misma fue el declive definitivo del Imperio almohade y de la presencia musulmana en la Península, confinada desde entonces al sur del Guadalquivir en torno al reino nazarí de Granada. La victoria cristiana provocó los terceros reinos de taifas y fue aprovechada por Fernando III, el Santo, para iniciar la reconquista de las principales ciudades de Al-Andalus: Córdoba (1236) y Sevilla (1248).
6.- El reino nazarí de Granada (1246-1492)
La derrota de los almohades en las Navas de Tolosa favoreció el desarrolló de pequeños Taifas en el sureste de Al-Andalus entre los que rápidamente destacó el de Jaén, gobernado por el sultán Muhammad Ibn Yusuf Ibn Nars, apodado Al-Hamar (El Rojo). La conquista de Cordoba por Fernando III le obligó a declararse vasallo del rey castellano y firmar el acuerdo de Jaén en virtud del cual hacía entrega de la ciudad al monarca cristiano quien a cambio le permitía establecerse en la vecina Granada bajo el pago de impuestos renovados cada veinte años.
6.- El reino nazarí de Granada (1246-1492)
La derrota de los almohades en las Navas de Tolosa favoreció el desarrolló de pequeños Taifas en el sureste de Al-Andalus entre los que rápidamente destacó el de Jaén, gobernado por el sultán Muhammad Ibn Yusuf Ibn Nars, apodado Al-Hamar (El Rojo). La conquista de Cordoba por Fernando III le obligó a declararse vasallo del rey castellano y firmar el acuerdo de Jaén en virtud del cual hacía entrega de la ciudad al monarca cristiano quien a cambio le permitía establecerse en la vecina Granada bajo el pago de impuestos renovados cada veinte años.
Surgió así, el reino nazarí de Granada, la ultima gran institución política musulmana en la Península, cuyo momento de esplendor se desarrollaría durante el siglo XIV, coincidiendo con la expansión de la peste negra y la crisis económica y política en los reinos cristianos del norte, y con la presencia de los más importantes sultanes de la dinastía: Yusuf I y Muhammad V, quienes gracias a una hábil política diplomática consiguieron un periodo de paz y estabilidad en el reino que se tradujo en el desarrollo de la cultura y las artes, como se constata en la construcción de los palacios de la Alhambra.
A partir de entonces se sucede un periodo de luchas dinásticas por la sucesión al trono que hará que la suerte del reino dependa de los reyes castellanos. La unión entre Castilla y Aragón tras el matrimonio de los Reyes Católicos, reforzó el poder político peninsular y la necesidad de la unión territorial y religiosa. Tras una campaña bélica de diez años, el 2 de enero de 1492 el rey Boabdil hacía entrega simbólica de las llaves de la ciudad de Granada a Isabel y Fernando, desapareciendo el último vestigio del dominio musulmán en la Península.
EL REINO TAIFA DE TOLEDO
Tras la invasión musulmana, la región de La Manxa (Toledo, Cuenca y Guadalajara) fue ocupada por tribus bereberes que mostraron su descontenco con los árabes cordobeses en distintas rebeliones.
Tras la invasión musulmana, la región de La Manxa (Toledo, Cuenca y Guadalajara) fue ocupada por tribus bereberes que mostraron su descontenco con los árabes cordobeses en distintas rebeliones.
Caído el califato, la familia de los Banu Dil-Nun se hace con el poder y el sultán Ismail al-Zafir proclama la independencia del territorio, constituyendose en un reino de taifa con capital en Toledo. Su hijo y sucesor, al-Mamum se mostrará como un hábil negociador con los reyes cristianos y otros sultanes, logrando conquistar Córdoba y Valencia y convirtiéndose en el más importante de los reyezuelos toledanos.
Tras la conquista de Córdoba, al-Mamum sería asesinado y sucedido por su nieto al-Qadir, incapaz de mantener los territorios anexionados. Poco después fue depuesto del gobierno de Toledo por el sultán de Badajoz, solicitando la ayuda del rey castellano-leonés Alfonso VI para recuperarlo. Alfonso pacto con él sendas campañas contra Toledo y Valencia, a cambio de que la primera fuese para el rey castellano, interesado en reconquistar la antigua capital del reino visigodo, como así sucedió. El 25 de Mayo de 1085 Alfonso VI consiguió entrar en Toledo lo que se calificó como el principio del fin de la España Musulmana.
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