Tema 8. LA SEGUNDA REPÚBLICA.
La descomposición del sistema canovista era un hecho desde la crisis de 1917, de manera que el consentimiento de la Dictadura Militar de Primo de Rivera (1923-30), significaba: por una parte, la incapacidad del régimen de 1876 para solucionar los problemas de España; por otra, que el fracaso de la dictadura supondría también el del propio régimen monárquico.
LA CONSPIRACIÓN REPUBLICANA.
Desde finales del siglo XIX el rasgo característico del republicanismo español había sido su división y, en consecuencia, su falta de actuación política. La instauración de la Dictadura, 1923, hasta la dimisión de Primo de Rivera, el 28 de enero de 1930, apenas supuso cambios en este sentido. El Rey, había encargado la formación de un nuevo gobierno al general Dámaso Berenguer, quien proponía un programa de retorno al constitucionalismo de 1876 al tiempo que una política más relajada en materia de libertades conocida bajo el nombre de Dictablanda, que permitía entre otras cosas la reorganización de los partidos republicanos y el consentimiento de la actuación de los obreros. Bajo este clima se produjo la formación de un corpus de oposición al régimen. Llegaba, por tanto, la hora de ser más ambicioso, lo que tendría su concreción en el Pacto de San Sebastián (17 de agosto de 1930). Unidos por el común deseo de acabar con la monarquía se forjaba mediante un pacto no escrito el Comité Republicano, cuyo objetivo era promover una acción conjunta para instaurar la república. Todo ello, junto a una situación política cada vez más insostenible –reflejada en el inmovilismo del gobierno y en el creciente clima de agitación en la calle...- convenció a los miembros del Comité a preparar un golpe definitivo al régimen monárquico antes de final de año. Sin embargo, la vía revolucionaria como medio para la implantación de la república fracasó (fusilamiento de Galán y García Hernández). Hasta el mes de febrero continuaron los arrestos de políticos, intelectuales y sindicalistas. Paulatinamente aumentan las simpatías hacia los republicanos, que propugnan la abstención en las elecciones convocadas por el gobierno para ese mismo mes. En estas circunstancias, el día 9 de febrero de 1931 dimite Berenguer y Alfonso XIII, en un intento por salvar el régimen, encarga la formación de nuevo gobierno al crítico Sánchez Guerra, y tras é, all almirante Aznar. En realidad, se trataba de mantener el orden público para poder llevar a cabo la convocatoria de unas anunciadas elecciones municipales, 12 de abril, que arrojaron una importante victoria de las candidaturas republicanas en las capitales de provincia, donde lograron vencer en 41 de las 50 capitales. Aunque los monárquicos vencieron en el campo y lograron un número mayor de concejales, el resultado final del proceso no ofrecía dudas: la oposición había arrasado en la España urbana. En la noche del 14 de abril, Alfonso XIII abandonaba el país. Al mismo tiempo, el general Sanjurjo, director general de la guardia civil, se ponía a las órdenes del gobierno provisional republicano formado horas antes bajo la presidencia de Alcalá Zamora. La II República era proclamada de forma pacífica.
CIRCUNSTANCIAS HISTÓRICAS DEL ADVENIMIENTO DE LA REPÚBLICA.
La llegada del nuevo régimen se produjo en un país caracterizado por su estancamiento respecto a la mayoría del mundo occidental, a lo que se añadía los fuertes desequilibrios entre las zonas industrializadas y las agrarias (centro-periferia). Esta situación se traducía en una variada trama social con opiniones encontradas sobre la República. Será apoyada por las clases medias y, los campesinos y proletarios, quienes, sin embargo, irán desconfiando del régimen ante la lentitud y suavidad de las reformas emprendidas. Se opondrán a ella la alta burguesía y la nobleza, que habían constituido la oligarquía durante la Restauración; pasado el desconcierto inicial, formarán sus propios partidos e intentarán acceder al poder por la vía parlamentaria. A su lado estará la Iglesia institucional. Estos grupos sociales terminarán por organizarse en fuerzas políticas, improvisadas muchas de ellas por la rápida proclamación de la República (sólo dos, el partido Radical y el PSOE, procedían del periodo anterior), que abarcaban todo el espectro político, desde el PARTIDO AGRARIO, pasando por la ACCIÓN POPULAR, los PROGRESISTAS, RADICALES, REPUBLICANOS, SOCIALISTAS hasta la EXTREMA IZQUIERDA (PCE y el POUM,). Al margen se sitúan los PARTIDOS NACIONALISTAS: la Lliga y Ezquerra Republicana en Cataluña, el PNV en Euskadi y los galleguistas de Casares Quiroga. Desde el punto de vista internacional, la llegada de la Republica coincidió con dos hechos de enorme importancia en la evolución posterior del sistema. Por una parte, las consecuencias derivadas de la crisis económica de 1929; por otra, las repercusiones de la situación política internacional, la influencia de los fascismos en grupos políticos como Falange Española o la radicalización de los partidos de izquierda hacia los Frentes Populares.
ETAPAS DEL PERIODO REPUBLICANO.
EL GOBIERNO PROVISIONAL Y LAS CORTES CONSTITUYENTES. El 14 de abril de 1931 se constituye el Gobierno Provisional bajo la presidencia de Alcalá Zamora y con la presencia de todas las tendencias presentes en San Sebastián. El propósito de este primer gobierno era llevar a cabo un programa de modernización del país bajo presupuestos liberales y progresistas que habría de concretarse en el Estatuto de Funcionamiento, de 15 de abril. Sus primeras medidas estaban encaminadas a establecer las bases legales del régimen. Así, se garantizó la propiedad privada, se regularon convenios laborales y salariales, se implantó la jornada laboral de 8 horas en el sector agrario, y se legislaron varios decretos liberalizadores: el de términos municipales; jurados mixtos; el de congelación de arrendamientos; y, el de cultivos forzosos. A pesar de estas medidas liberalizadoras, no tardaron en sucederse las huelgas y manifestaciones de protesta (julio, huelga general en Sevilla; agosto, huelga de la minería asturiana y la metalurgia barcelonesa...)a las que se sumarán tres graves problemas: el contencioso creado en Cataluña tras la proclamación de la República Catalana independiente por Francesc Maciá; asegurar la fidelidad del ejército; y, cerrar la crisis abierta por el arzobispo de Toledo, cardenal Segura Saez, con la Iglesia española, que derivó en una ola de violento anticleriscalismo que se concreta en la quema de imágenes y templos entre los días 11y 12 de mayo, en ciudades como Madrid, Sevilla, Málaga, Murcia o Valencia. Mientras esto sucedía, el Gobierno Provisional continuaba con los preparativos de las anunciadas elecciones a Cortes Constituyentes que se celebrarían el 28 de junio. Los resultados finales dieron el triunfo a la coalición de izquierdas gubernamental (265 diputados, frente a los 219 de las derechas). En el seno de las Cortes Constituyentes se perfilaba una mayoría parlamentaria de orientación izquierdista que se vería reflejada en la nueva constitución, donde el aspecto más polémico resultó ser la cuestión religiosa. Particularmente tres fueron los artículos más polémicos: la declaración de laicidad del Estado (art. 3), el proyecto de disolución de las ordenes religiosas y la nacionalización de sus bienes (art. 24, en el texto final art. 26)) y la declaración de la libertad de credo (art. 25). Crisis de gobierno que acabó con la dimisión del propio Presidente y del ministro de la Gobernación, Miguel Maura. Julián Besteiro, Presidente de las Cortes, encargó la formación de un nuevo gobierno a Manuel Azaña, de talante marcadamente progresista, y consiguió aprobar el nuevo texto constitucional el 9 de diciembre de 1931.
EL BIENIO PROGRESISTA O REFORMISTA (SOCIAL-AZAÑISTA, DIC. 1931/NOV. 1933). El nuevo gobierno presidido por Azaña –que conservaba la cartera de Guerra- quedaba constituido el 16 de diciembre de 1931 y elegía al conservador Alcalá Zamora como Presidente de la República. Entre las prioridades del gabinete destacaban los siguientes asuntos: completar la reforma del ejército, satisfacer las demandas autonomistas, llevar a cabo la reforma agraria y solucionar las cuestiones religiosas y educativas. Las reformas del ejército tendieron a su modernización y a favorecer su vinculación al régimen republicano. Para conseguirlo se adoptaron las siguientes medidas: se suprimieron las capitanías generales, se redujeron los mandos y se anularon los ascensos por méritos de guerra, se creó un cuerpo de suboficiales profesionales, se reestructuró la intendencia, aumentaron los presupuestos de la Marina y la Aviación, se establecieron los Centros de Instrucción de Reclutas (CIR), se organizó un cuerpo jurídico del Ejército formado por letrados civiles y se creó la guardia de asalto como policía del sistema. Las reformas autonómicas desembocaron en la aprobación del Estatuto de Cataluña, el 15 de septiembre de 1932 y se inician también las discusiones para la elaboración de los estatutos de Euskadi y Galicia. Acometer la reforma agraria será labor de una comisión de expertos: Felipe Sánchez Román, Antonio Flores de Lemus y Pascual Carrión, encargados de elaborar un proyecto técnicamente aplicable que sería aprobado por las Cortes. El 15 de septiembre de 1932 se promulga la Ley de Bases de la Reforma Agraria, cuyos principales objetivos eran: acabar con los latifundios y el absentismo rural, y dotar a la tierra de una función social proporcionando a los campesinos la posibilidad de remediar su secular situación. Para aplicar la Ley se creaba el Instituto de Reforma Agraria, cuyas principales medidas fueron: la distribución de tierras, la defensa de los derechos laborales de los jornaleros y la protección de los arrendatarios. Pero la Ley no satisfizo las esperanzas campesinas. Finalmente se procedió a afrontar reformas de tipo religioso y educativo. Las primeras, tendentes a manifestar el laicismo constitucional se concretan en la Ley de Congregaciones de 1933. Las segundas, bajo el ministerio de Marcelino Domingo, para secularizar la docencia, potenciar la enseñanza primaria y secundaria, y favorecer la investigación. Sin embargo, la República marchaba hacia la derecha. El primer intento de inclinación vino de forma violenta, adoptando la forma tradicional de pronunciamiento, cuya cabeza visible fue el general Sanjurjo. En Sevilla, Sanjurjo se pronunció a favor de una república moderada al grito de “Viva la España indivisible”. Los obreros declararon una huelga general y los oficiales vacilaron. Sanjurjo sería detenido en su marcha a Portugal. El fracaso de Sanjurjo reforzó la posición del Gobierno y el entusiasmo republicano. Sin embargo, fue un resurgimiento puntual. Todos los indicios apuntaban a un desplazamiento a la derecha a lo largo de 1933. Dos partidos se beneficiarían de esta reacción conservadora: los radicales de Lerroux y el nuevo partido católico de Gil Robles, Acción Popular. Pero el peligro no sólo procedía de las derechas, ya que la República tuvo que afrontar una serie de huelgas y estallidos revolucionarios continuos, desde sus primeros días hasta las elecciones de 1933. En el olvidado campo, donde la CNT y la UGT estaban penetrando de manera efectiva, tuvieron lugar los 2 enfrentamientos más sangrientos en la aldea de Castilblanco y en Casas Viejas. Las consecuencias, a largo plazo, fue el derribo del gobierno de Azaña, septiembre de 1933.
EL BIENIO CONSERVADOR O RESTAURADOR (NOV. 1933/FEB. 1936). En este estado de cosas, Alcalá Zamora disuelve las Cortes y convoca elecciones para el 19 de noviembre de 1933, que arrojaron el triunfo de los partidos de derechas: la CEDA de José María Gil Robles y el Partido Radical de Lerroux, que sería el encargado de formar gobierno el 18 de diciembre de 1933. El gobierno de Lerroux pronto confirmó el giro hacia la derecha del líder radical, que se manifestó en medidas que rectificaban las emprendidas en el bienio anterior: paralización de la reforma agraria, suspensión de la Ley de Congregaciones, restitución de haberes y enseñanza eclesiástica, amnistía para los implicados en el golpe de estado del 32, incremento de la represión en el medio rural, freno a los procesos de autonomía, creación de una segunda cámara parlamentaria (el Senado), etc. Como consecuencia, mejoraron las relaciones con la Iglesia, pero se acentuaron las tensiones con el movimiento obrero, los campesinos y los autonomistas. En este contexto se suceden una serie de crisis: la primera, en abril de 1934, tras las objeciones de Alcalá Zamora y algunos parlamentarios radicales a la Ley de Amnistía, y que acaba con la dimisión de Lerroux, quien es sustituido por su correligionario Samper; la segunda tiene lugar el 1 de octubre de 1934. Gil Robles retira su apoyo parlamentario de Samper que se ve obligado a dimitir, 4 de octubre. El nuevo consejo de ministros vuelve a estar presidido por Lerroux, pero incorpora a tres ministros de la CEDA. La respuesta a la formación del nuevo gobierno es contundente. UGT convoca una huelga general revolucionaria el día 5 de octubre, ante la cual el ejecutivo proclama el estado de guerra, que tendrá mayor virulencia en Madrid, Santander, Cataluña o Asturias. Tras sofocar los movimientos revolucionarios se acentúa la bipolarización política en el país, entre el Bloque Nacional de José Calvo Sotelo y el Frente Popular de Largo Caballero. Además, una serie de escándalos terminaron por hundir al partido radical y acabaron con la alianza: · El caso straperlo, surgía de las denuncias realizadas por David Strauss contra importantes líderes del Partido Radical, acusados de haber aceptado sobornos para introducir en España un juego fraudulento (una especie de ruleta trucada llamada straperlo, nombre derivado de Strauss y Perel, su socio). · El affaire Nombela afectaba también al comportamiento irregular de varios políticos radicales. Antonio Nombela, ex director general de Colonias, denunció intentos de malversación de fondos en las partidas para el abastecimiento del ejército en África. Aunque Lerroux fue exculpado en ambos casos, el partido radical quedó totalmente liquidado. El 9 de diciembre se produjo una crisis total. Para evitar una ruptura revolucionaria Alcalá Zamora renunciará a la formación de un gobierno de la CEDA, como proponía Gil Robles, disolverá las Cortes y entregará el poder a un neutral, Portela Valladares, el 14 de diciembre, con la intención de convocar nuevas elecciones que serían efectivas el 16 de febrero de 1936.
EL FRENTE POPULAR. Triunfaron las fuerzas republicanas de izquierda, Frente Popular (PSOE, PCE, UGT, Acción Republicana de Azaña y Martínez Barrios, ORGA, y la izquierda catalana): de un total de 473 diputados, la derecha (44%) y el centro (7%) obtenían 210 escaños, mientras la izquierda (49%) lograba 263. Sin preámbulos, el ejecutivo asumió las primeras medidas: amnistía para los encausados por los sucesos de octubre del 34, relanzamiento de la reforma agraria, puesta en vigor de los estatutos de autonomía y traslado de prestigiosos militares (Franco a Canarias y Goded a Mallorca). A pesar de estas medidas, la violencia se había apoderado de las calles: enfrentamientos con las fuerzas de seguridad, lucha entre bandas callejeras de distinta ideología, ocupación de fincas, etc. Al objeto de reafirmar la nueva circunstancia política y coincidiendo con la apertura de las sesiones de Cortes, el 4 de abril, se tramita el expediente de destitución de Alcalá Zamora al frente de la Presidencia de la República, cargo que recaerá en Manuel Azaña desde el 10 de mayo. Fue elegido presidente de gobierno Santiago Casares Quiroga, de la ORGA, quien el 19 de mayo presentaba al nuevo gabinete. Desde entonces se acrecientan los rumores sobre una revolución social o un golpe militar. El segundo se estaba gestando en torno a la Unión Militar Española, que aglutinaba a un sector del ejército descontento con la política azañista y del que participaban también personalidades civiles opuestas a la República y grupos monárquicos.
Tema 9:LA GUERRA CIVIL.
CAUSAS DE LA GUERRA CIVIL.
La Guerra Civil es uno de los temas centrales de la historia contemporánea de España y sus causas hay que buscarlas en su propio devenir histórico. Se pueden resumir del siguiente modo:
· Estructurales. Debido a la falta de renovación en las estructuras del Estado (fracaso del proceso modernizador, escasa industrialización, tradicionalismo político), a la incomprensión secular entre las distintas clases sociales y a las enormes desigualdades económicas y territoriales.
· Coyunturales. Por la resistencia política y social para concretar los cambios que demandaba la sociedad española. Y
· Puntuales. Favorecidas por el deterioro del orden público; con atentados a líderes políticos y militares de ambos bandos, asalto y quema de templos, heridos en choques armados, huelgas generales o parciales, destrucción de locales de periódicos o partidos políticos, colocación de bombas en domicilios particulares, etc. El asesinato de Calvo Sotelo, líder del Bloque Nacional, el 13 de julio, en represalia por el del teniente de asalto José Castillo un día antes serviría del pretexto al golpe militar y al inicio de la Guerra Civil.
LA SUBLEVACIÓN MILITAR.
El golpe de Estado fue fundamentalmente una iniciativa militar en la que apenas participaron civiles. El alzamiento militar tuvo lugar en la mañana del 17 de julio de 1937 entre las tropas del ejército de África con sede en Melilla, donde el general Franco se pone al frente de los sublevados. Un día después se generaliza por toda España, triunfando en el Protectorado de Marruecos, en Navarra, en Sevilla, en Galicia, en Castilla, en Mallorca, en parte de Extremadura, y en ciudades como Zaragoza, Vitoria u Oviedo. Madrid, la cuenca mediterránea, la cornisa cantábrica, y grandes zonas de Castilla-La Mancha y Andalucía permanecieron leales al gobierno republicano. El día 19 de julio dimite Casares y Azaña encarga la formación de gobierno a Diego Martínez Barrios, presidente de las cortes, propiciando un giro hacia la derecha que posibilitara una negociación con los sublevados. La negativa de Mola supuso la dimisión de Barrios y el traslado del encargo a José Giral, político de izquierdas, que decreta la entrega de las armas a las milicias obreras formadas por partidos y sindicatos. Todo apuntaba a una guerra larga: los insurrectos habían fracasado en su plan de dominar Madrid, y el potencial militar estaba equilibrado.
EL DESARROLLO DE LA GUERRA.
Durante los casi tres años de conflicto (julio de 1936 a abril de 1939), las operaciones militares más importantes se pueden agrupar en cinco fases:
1ª) El paso del estrecho de Gibraltar por el ejército de África (julio-diciembre del 36). Fue decisivo para los sublevados al comienzo de la guerra, pues suponía la unión con los núcleos nacionales andaluces y permitía el avance por Extremadura para enlazar con los ejércitos del norte. Tras conseguirlo se emprende la marcha hacia el gran objetivo: Madrid.
2ª) La batalla de Madrid, diciembre-marzo del 37: Ciudad Universitaria (desde el 17 de nov.); carretera de La Coruña (desde el 30 de noviembre/15 de enero); del Jarama (febrero del 37) y Guadalajara (marzo del 37). Supone un fracaso para las tropas sublevadas al encontrar una resistencia popular inesperada. Franco dirige entonces la ofensiva hacia el norte.
3ª) La campaña del norte (primavera-verano del 37). Aislada del resto de territorios republicanos tras la toma de Irún y San Sebastián en septiembre del 36, la zona oeste republicana fue ocupada sin demasiada dificultad desde el Este: Bilbao (19 de junio), Santander (26 de agosto), Asturias (1 de septiembre/21 de octubre), sin que pudieran evitarlo algunos ataques republicanos de distracción como los llevados a cabo en Brunete (Madrid, 18 de julio) y Belchite (Aragón, 3 de septiembre).
4ª) La campaña de Aragón (diciembre del 37-noviembre del 38). Tras una ofensiva republicana sobre Teruel en diciembre del 37 (hasta febrero), tras la toma de Lérida (3 de abril), el avance nacional hacia el Este logró alcanzar el Mediterráneo a la altura de Vinaroz (Castellón, 15 de abril) y partir en dos el territorio republicano. Una nueva ofensiva del ejército gubernamental en el Ebro (julio-noviembre del 38) retrasó la presión de los sublevados sobre Cataluña; pero la victoria de éstos en la batalla del Ebro significó un hecho decisivo para el desenlace definitivo de la guerra.
5ª) Ocupación de Cataluña y fin de la guerra, diciembre del 38-abril del 39. Con la ocupación sin dificultades de Cataluña (Tarragona, 15 de enero; Barcelona, 26 de enero; Girona, 4 de febrero) y, por último, de la zona levantina y central (Ciudad Real, Albacete, Murcia, Alicante y Valencia) se puso fin al conflicto. El 28 de marzo de 1939 las tropas nacionales entran en Madrid y el 1 de abril Franco escribía el último parte de guerra.
EVOLUCIÓN POLÍTICA ESPAÑOLA EN EL TRASCURSO DE LA GUERRA. Tras el golpe militar España quedó desmembrada en dos zonas radicalmente opuestas: republicana y nacional, que evolucionaron a lo largo del conflicto de forma muy diferente.
La zona republicana.
La revolución fue la réplica inmediata a la sublevación en la zona republicana. A partir de ella fue evidente la existencia de un doble poder: el de los Comités Populares y el del gobierno Giral, que se limita a adoptar una política de hechos consumados. El 4 de septiembre de 1936 queda constituido un nuevo gobierno presidido por Largo Caballero, líder sindical de la UGT, con el objeto de reconstruir el Estado y centrar sus esfuerzos en la guerra. La caída de Málaga en febrero de 1937 y las disensiones entre comunistas y anarquistas en Cataluña terminarán con el gobierno de Largo en mayo, tras la retirada del apoyo de socialistas y comunistas. Le sucede en la presidencia de gobierno Juan Negrín. Tres aspectos destacan de su gobierno: el intento por fortalecer el Estado, la conformación de un ejército único cada vez más profesionalizado y el alineamiento político con Francia e Inglaterra. El progresivo acercamiento de Negrín al PCE y a las posturas soviéticas se tradujo en una nueva crisis ministerial. En abril de 1938, Prieto abandona el gobierno; en agosto lo hacen los ministros nacionalistas. Negrín se mantuvo en el gobierno hasta el 5 de marzo de 1939, fecha del golpe de Estado del general Casado en Madrid, quien constituyó el Consejo Nacional de Defensa con el único objetivo de pactar la rendición con Franco. Unos días antes, el 4 de febrero, el Presidente de la República Manuel Azaña huía a Francia. Poco después las tropas nacionales ocupaban Cataluña. Y Francia e Inglaterra reconocían al gobierno de Franco.
La zona nacional.
Configuración de una estructura de gobierno en la zona sublevada a través de un proceso sucesivo: 1º. Se constituyó una Junta de Defensa presidida por el general Cabanellas con sede en Burgos. 2º. Se unificaron las milicias bajo un solo partido, el Movimiento (FE Tradicionalista de las JONS), del que sería jefe supremo el jefe de gobierno, en abril de 1937. 3º. El mando político y militar se concentró en el general Franco, designado jefe de gobierno y generalísimo de los ejércitos, en septiembre de 1937. Simultáneamente al proceso de institucionalización y, en especial, desde 1938 se lleva a cabo una intensa política legislativa y organizativa, que pasa por: la derogación de la legislación laica de la República, el restablecimiento de los jesuitas y la publicación de una Ley de Prensa. Asimismo se llevaron a cabo medidas de tipo socioeconómico, denominadas “revolución nacional-socialista”: promulgación del Fuero del Trabajo y creación del Instituto Nacional de Reforma Económica y Social de la Tierra, encargado de revisar las expropiaciones de la Reforma Agraria y fomentar la colonización como medio para resolver los problemas del campo.
LA INTERVENCIÓN EXTRANJERA.
Ante la gravedad que va adquiriendo la situación española, las potencias europeas firman un pacto de no intervención (julio-agosto de 1936) que no se cumplirá en la práctica. Los dos bandos contarán con ayudas exteriores difícilmente cuantificables: - Los sublevados, recibirán la ayuda de Alemania, canalizada a través de la HISMA, Compañía Hispano-Marroquí de Transporte: armamento, entorpecimiento de la flota republicana y contingente aéreo (Legión Condor); de Italia, a través de la SAFNI, Sociedad Anónima Financiera Nacional Italiana: unidades de tropa, más numerosas pero menos efectivas que las alemanas; y Portugal: su frontera servirá de paso para los suministros nacionales; en menor número envió tropas voluntarias. - El bando republicano, de la Unión Soviética: aviones artillería y asesores militares; y de las Brigadas Internacionales: alrededor de 50.000 (según las fuentes), combatientes de diversa procedencia y con sede central en Albacete.
LAS CONSECUENCIAS DE LA GUERRA CIVIL.
El balance global de la guerra fue durísimo:
- Desde el punto de vista demográfico hubo más de 300.000 víctimas repartidas en ambos bandos, cerca de 200.000 represaliados y alrededor de 500.000 exiliados. La natalidad cayó en picado y aumento la mortalidad debido a la proliferación de enfermedades y a la desnutrición.
- Desde el punto de vista económico se produjo un colapso del que España tardaría décadas en recuperarse debido a la disminución de la población activa, a la utilización de las reservas de oro para financiar la guerra por parte de la República, a los elevados gastos militares de ambos ejércitos y a la altísima destrucción de infraestructuras: obras públicas, transportes, viviendas, etc. En 1940, la renta nacional había caído a los niveles de marzo de 1914 y la mano de obra había descendido en más de medio millón de personas.
- Desde el punto de vista político, la guerra supuso la desaparición de la República y la instauración de un régimen autoritario basado en el poder personal del general Franco.
Desde finales del siglo XIX el rasgo característico del republicanismo español había sido su división y, en consecuencia, su falta de actuación política. La instauración de la Dictadura, 1923, hasta la dimisión de Primo de Rivera, el 28 de enero de 1930, apenas supuso cambios en este sentido. El Rey, había encargado la formación de un nuevo gobierno al general Dámaso Berenguer, quien proponía un programa de retorno al constitucionalismo de 1876 al tiempo que una política más relajada en materia de libertades conocida bajo el nombre de Dictablanda, que permitía entre otras cosas la reorganización de los partidos republicanos y el consentimiento de la actuación de los obreros. Bajo este clima se produjo la formación de un corpus de oposición al régimen. Llegaba, por tanto, la hora de ser más ambicioso, lo que tendría su concreción en el Pacto de San Sebastián (17 de agosto de 1930). Unidos por el común deseo de acabar con la monarquía se forjaba mediante un pacto no escrito el Comité Republicano, cuyo objetivo era promover una acción conjunta para instaurar la república. Todo ello, junto a una situación política cada vez más insostenible –reflejada en el inmovilismo del gobierno y en el creciente clima de agitación en la calle...- convenció a los miembros del Comité a preparar un golpe definitivo al régimen monárquico antes de final de año. Sin embargo, la vía revolucionaria como medio para la implantación de la república fracasó (fusilamiento de Galán y García Hernández). Hasta el mes de febrero continuaron los arrestos de políticos, intelectuales y sindicalistas. Paulatinamente aumentan las simpatías hacia los republicanos, que propugnan la abstención en las elecciones convocadas por el gobierno para ese mismo mes. En estas circunstancias, el día 9 de febrero de 1931 dimite Berenguer y Alfonso XIII, en un intento por salvar el régimen, encarga la formación de nuevo gobierno al crítico Sánchez Guerra, y tras é, all almirante Aznar. En realidad, se trataba de mantener el orden público para poder llevar a cabo la convocatoria de unas anunciadas elecciones municipales, 12 de abril, que arrojaron una importante victoria de las candidaturas republicanas en las capitales de provincia, donde lograron vencer en 41 de las 50 capitales. Aunque los monárquicos vencieron en el campo y lograron un número mayor de concejales, el resultado final del proceso no ofrecía dudas: la oposición había arrasado en la España urbana. En la noche del 14 de abril, Alfonso XIII abandonaba el país. Al mismo tiempo, el general Sanjurjo, director general de la guardia civil, se ponía a las órdenes del gobierno provisional republicano formado horas antes bajo la presidencia de Alcalá Zamora. La II República era proclamada de forma pacífica.
CIRCUNSTANCIAS HISTÓRICAS DEL ADVENIMIENTO DE LA REPÚBLICA.
La llegada del nuevo régimen se produjo en un país caracterizado por su estancamiento respecto a la mayoría del mundo occidental, a lo que se añadía los fuertes desequilibrios entre las zonas industrializadas y las agrarias (centro-periferia). Esta situación se traducía en una variada trama social con opiniones encontradas sobre la República. Será apoyada por las clases medias y, los campesinos y proletarios, quienes, sin embargo, irán desconfiando del régimen ante la lentitud y suavidad de las reformas emprendidas. Se opondrán a ella la alta burguesía y la nobleza, que habían constituido la oligarquía durante la Restauración; pasado el desconcierto inicial, formarán sus propios partidos e intentarán acceder al poder por la vía parlamentaria. A su lado estará la Iglesia institucional. Estos grupos sociales terminarán por organizarse en fuerzas políticas, improvisadas muchas de ellas por la rápida proclamación de la República (sólo dos, el partido Radical y el PSOE, procedían del periodo anterior), que abarcaban todo el espectro político, desde el PARTIDO AGRARIO, pasando por la ACCIÓN POPULAR, los PROGRESISTAS, RADICALES, REPUBLICANOS, SOCIALISTAS hasta la EXTREMA IZQUIERDA (PCE y el POUM,). Al margen se sitúan los PARTIDOS NACIONALISTAS: la Lliga y Ezquerra Republicana en Cataluña, el PNV en Euskadi y los galleguistas de Casares Quiroga. Desde el punto de vista internacional, la llegada de la Republica coincidió con dos hechos de enorme importancia en la evolución posterior del sistema. Por una parte, las consecuencias derivadas de la crisis económica de 1929; por otra, las repercusiones de la situación política internacional, la influencia de los fascismos en grupos políticos como Falange Española o la radicalización de los partidos de izquierda hacia los Frentes Populares.
ETAPAS DEL PERIODO REPUBLICANO.
EL GOBIERNO PROVISIONAL Y LAS CORTES CONSTITUYENTES. El 14 de abril de 1931 se constituye el Gobierno Provisional bajo la presidencia de Alcalá Zamora y con la presencia de todas las tendencias presentes en San Sebastián. El propósito de este primer gobierno era llevar a cabo un programa de modernización del país bajo presupuestos liberales y progresistas que habría de concretarse en el Estatuto de Funcionamiento, de 15 de abril. Sus primeras medidas estaban encaminadas a establecer las bases legales del régimen. Así, se garantizó la propiedad privada, se regularon convenios laborales y salariales, se implantó la jornada laboral de 8 horas en el sector agrario, y se legislaron varios decretos liberalizadores: el de términos municipales; jurados mixtos; el de congelación de arrendamientos; y, el de cultivos forzosos. A pesar de estas medidas liberalizadoras, no tardaron en sucederse las huelgas y manifestaciones de protesta (julio, huelga general en Sevilla; agosto, huelga de la minería asturiana y la metalurgia barcelonesa...)a las que se sumarán tres graves problemas: el contencioso creado en Cataluña tras la proclamación de la República Catalana independiente por Francesc Maciá; asegurar la fidelidad del ejército; y, cerrar la crisis abierta por el arzobispo de Toledo, cardenal Segura Saez, con la Iglesia española, que derivó en una ola de violento anticleriscalismo que se concreta en la quema de imágenes y templos entre los días 11y 12 de mayo, en ciudades como Madrid, Sevilla, Málaga, Murcia o Valencia. Mientras esto sucedía, el Gobierno Provisional continuaba con los preparativos de las anunciadas elecciones a Cortes Constituyentes que se celebrarían el 28 de junio. Los resultados finales dieron el triunfo a la coalición de izquierdas gubernamental (265 diputados, frente a los 219 de las derechas). En el seno de las Cortes Constituyentes se perfilaba una mayoría parlamentaria de orientación izquierdista que se vería reflejada en la nueva constitución, donde el aspecto más polémico resultó ser la cuestión religiosa. Particularmente tres fueron los artículos más polémicos: la declaración de laicidad del Estado (art. 3), el proyecto de disolución de las ordenes religiosas y la nacionalización de sus bienes (art. 24, en el texto final art. 26)) y la declaración de la libertad de credo (art. 25). Crisis de gobierno que acabó con la dimisión del propio Presidente y del ministro de la Gobernación, Miguel Maura. Julián Besteiro, Presidente de las Cortes, encargó la formación de un nuevo gobierno a Manuel Azaña, de talante marcadamente progresista, y consiguió aprobar el nuevo texto constitucional el 9 de diciembre de 1931.
EL BIENIO PROGRESISTA O REFORMISTA (SOCIAL-AZAÑISTA, DIC. 1931/NOV. 1933). El nuevo gobierno presidido por Azaña –que conservaba la cartera de Guerra- quedaba constituido el 16 de diciembre de 1931 y elegía al conservador Alcalá Zamora como Presidente de la República. Entre las prioridades del gabinete destacaban los siguientes asuntos: completar la reforma del ejército, satisfacer las demandas autonomistas, llevar a cabo la reforma agraria y solucionar las cuestiones religiosas y educativas. Las reformas del ejército tendieron a su modernización y a favorecer su vinculación al régimen republicano. Para conseguirlo se adoptaron las siguientes medidas: se suprimieron las capitanías generales, se redujeron los mandos y se anularon los ascensos por méritos de guerra, se creó un cuerpo de suboficiales profesionales, se reestructuró la intendencia, aumentaron los presupuestos de la Marina y la Aviación, se establecieron los Centros de Instrucción de Reclutas (CIR), se organizó un cuerpo jurídico del Ejército formado por letrados civiles y se creó la guardia de asalto como policía del sistema. Las reformas autonómicas desembocaron en la aprobación del Estatuto de Cataluña, el 15 de septiembre de 1932 y se inician también las discusiones para la elaboración de los estatutos de Euskadi y Galicia. Acometer la reforma agraria será labor de una comisión de expertos: Felipe Sánchez Román, Antonio Flores de Lemus y Pascual Carrión, encargados de elaborar un proyecto técnicamente aplicable que sería aprobado por las Cortes. El 15 de septiembre de 1932 se promulga la Ley de Bases de la Reforma Agraria, cuyos principales objetivos eran: acabar con los latifundios y el absentismo rural, y dotar a la tierra de una función social proporcionando a los campesinos la posibilidad de remediar su secular situación. Para aplicar la Ley se creaba el Instituto de Reforma Agraria, cuyas principales medidas fueron: la distribución de tierras, la defensa de los derechos laborales de los jornaleros y la protección de los arrendatarios. Pero la Ley no satisfizo las esperanzas campesinas. Finalmente se procedió a afrontar reformas de tipo religioso y educativo. Las primeras, tendentes a manifestar el laicismo constitucional se concretan en la Ley de Congregaciones de 1933. Las segundas, bajo el ministerio de Marcelino Domingo, para secularizar la docencia, potenciar la enseñanza primaria y secundaria, y favorecer la investigación. Sin embargo, la República marchaba hacia la derecha. El primer intento de inclinación vino de forma violenta, adoptando la forma tradicional de pronunciamiento, cuya cabeza visible fue el general Sanjurjo. En Sevilla, Sanjurjo se pronunció a favor de una república moderada al grito de “Viva la España indivisible”. Los obreros declararon una huelga general y los oficiales vacilaron. Sanjurjo sería detenido en su marcha a Portugal. El fracaso de Sanjurjo reforzó la posición del Gobierno y el entusiasmo republicano. Sin embargo, fue un resurgimiento puntual. Todos los indicios apuntaban a un desplazamiento a la derecha a lo largo de 1933. Dos partidos se beneficiarían de esta reacción conservadora: los radicales de Lerroux y el nuevo partido católico de Gil Robles, Acción Popular. Pero el peligro no sólo procedía de las derechas, ya que la República tuvo que afrontar una serie de huelgas y estallidos revolucionarios continuos, desde sus primeros días hasta las elecciones de 1933. En el olvidado campo, donde la CNT y la UGT estaban penetrando de manera efectiva, tuvieron lugar los 2 enfrentamientos más sangrientos en la aldea de Castilblanco y en Casas Viejas. Las consecuencias, a largo plazo, fue el derribo del gobierno de Azaña, septiembre de 1933.
EL BIENIO CONSERVADOR O RESTAURADOR (NOV. 1933/FEB. 1936). En este estado de cosas, Alcalá Zamora disuelve las Cortes y convoca elecciones para el 19 de noviembre de 1933, que arrojaron el triunfo de los partidos de derechas: la CEDA de José María Gil Robles y el Partido Radical de Lerroux, que sería el encargado de formar gobierno el 18 de diciembre de 1933. El gobierno de Lerroux pronto confirmó el giro hacia la derecha del líder radical, que se manifestó en medidas que rectificaban las emprendidas en el bienio anterior: paralización de la reforma agraria, suspensión de la Ley de Congregaciones, restitución de haberes y enseñanza eclesiástica, amnistía para los implicados en el golpe de estado del 32, incremento de la represión en el medio rural, freno a los procesos de autonomía, creación de una segunda cámara parlamentaria (el Senado), etc. Como consecuencia, mejoraron las relaciones con la Iglesia, pero se acentuaron las tensiones con el movimiento obrero, los campesinos y los autonomistas. En este contexto se suceden una serie de crisis: la primera, en abril de 1934, tras las objeciones de Alcalá Zamora y algunos parlamentarios radicales a la Ley de Amnistía, y que acaba con la dimisión de Lerroux, quien es sustituido por su correligionario Samper; la segunda tiene lugar el 1 de octubre de 1934. Gil Robles retira su apoyo parlamentario de Samper que se ve obligado a dimitir, 4 de octubre. El nuevo consejo de ministros vuelve a estar presidido por Lerroux, pero incorpora a tres ministros de la CEDA. La respuesta a la formación del nuevo gobierno es contundente. UGT convoca una huelga general revolucionaria el día 5 de octubre, ante la cual el ejecutivo proclama el estado de guerra, que tendrá mayor virulencia en Madrid, Santander, Cataluña o Asturias. Tras sofocar los movimientos revolucionarios se acentúa la bipolarización política en el país, entre el Bloque Nacional de José Calvo Sotelo y el Frente Popular de Largo Caballero. Además, una serie de escándalos terminaron por hundir al partido radical y acabaron con la alianza: · El caso straperlo, surgía de las denuncias realizadas por David Strauss contra importantes líderes del Partido Radical, acusados de haber aceptado sobornos para introducir en España un juego fraudulento (una especie de ruleta trucada llamada straperlo, nombre derivado de Strauss y Perel, su socio). · El affaire Nombela afectaba también al comportamiento irregular de varios políticos radicales. Antonio Nombela, ex director general de Colonias, denunció intentos de malversación de fondos en las partidas para el abastecimiento del ejército en África. Aunque Lerroux fue exculpado en ambos casos, el partido radical quedó totalmente liquidado. El 9 de diciembre se produjo una crisis total. Para evitar una ruptura revolucionaria Alcalá Zamora renunciará a la formación de un gobierno de la CEDA, como proponía Gil Robles, disolverá las Cortes y entregará el poder a un neutral, Portela Valladares, el 14 de diciembre, con la intención de convocar nuevas elecciones que serían efectivas el 16 de febrero de 1936.
EL FRENTE POPULAR. Triunfaron las fuerzas republicanas de izquierda, Frente Popular (PSOE, PCE, UGT, Acción Republicana de Azaña y Martínez Barrios, ORGA, y la izquierda catalana): de un total de 473 diputados, la derecha (44%) y el centro (7%) obtenían 210 escaños, mientras la izquierda (49%) lograba 263. Sin preámbulos, el ejecutivo asumió las primeras medidas: amnistía para los encausados por los sucesos de octubre del 34, relanzamiento de la reforma agraria, puesta en vigor de los estatutos de autonomía y traslado de prestigiosos militares (Franco a Canarias y Goded a Mallorca). A pesar de estas medidas, la violencia se había apoderado de las calles: enfrentamientos con las fuerzas de seguridad, lucha entre bandas callejeras de distinta ideología, ocupación de fincas, etc. Al objeto de reafirmar la nueva circunstancia política y coincidiendo con la apertura de las sesiones de Cortes, el 4 de abril, se tramita el expediente de destitución de Alcalá Zamora al frente de la Presidencia de la República, cargo que recaerá en Manuel Azaña desde el 10 de mayo. Fue elegido presidente de gobierno Santiago Casares Quiroga, de la ORGA, quien el 19 de mayo presentaba al nuevo gabinete. Desde entonces se acrecientan los rumores sobre una revolución social o un golpe militar. El segundo se estaba gestando en torno a la Unión Militar Española, que aglutinaba a un sector del ejército descontento con la política azañista y del que participaban también personalidades civiles opuestas a la República y grupos monárquicos.
Tema 9:LA GUERRA CIVIL.
CAUSAS DE LA GUERRA CIVIL.
La Guerra Civil es uno de los temas centrales de la historia contemporánea de España y sus causas hay que buscarlas en su propio devenir histórico. Se pueden resumir del siguiente modo:
· Estructurales. Debido a la falta de renovación en las estructuras del Estado (fracaso del proceso modernizador, escasa industrialización, tradicionalismo político), a la incomprensión secular entre las distintas clases sociales y a las enormes desigualdades económicas y territoriales.
· Coyunturales. Por la resistencia política y social para concretar los cambios que demandaba la sociedad española. Y
· Puntuales. Favorecidas por el deterioro del orden público; con atentados a líderes políticos y militares de ambos bandos, asalto y quema de templos, heridos en choques armados, huelgas generales o parciales, destrucción de locales de periódicos o partidos políticos, colocación de bombas en domicilios particulares, etc. El asesinato de Calvo Sotelo, líder del Bloque Nacional, el 13 de julio, en represalia por el del teniente de asalto José Castillo un día antes serviría del pretexto al golpe militar y al inicio de la Guerra Civil.
LA SUBLEVACIÓN MILITAR.
El golpe de Estado fue fundamentalmente una iniciativa militar en la que apenas participaron civiles. El alzamiento militar tuvo lugar en la mañana del 17 de julio de 1937 entre las tropas del ejército de África con sede en Melilla, donde el general Franco se pone al frente de los sublevados. Un día después se generaliza por toda España, triunfando en el Protectorado de Marruecos, en Navarra, en Sevilla, en Galicia, en Castilla, en Mallorca, en parte de Extremadura, y en ciudades como Zaragoza, Vitoria u Oviedo. Madrid, la cuenca mediterránea, la cornisa cantábrica, y grandes zonas de Castilla-La Mancha y Andalucía permanecieron leales al gobierno republicano. El día 19 de julio dimite Casares y Azaña encarga la formación de gobierno a Diego Martínez Barrios, presidente de las cortes, propiciando un giro hacia la derecha que posibilitara una negociación con los sublevados. La negativa de Mola supuso la dimisión de Barrios y el traslado del encargo a José Giral, político de izquierdas, que decreta la entrega de las armas a las milicias obreras formadas por partidos y sindicatos. Todo apuntaba a una guerra larga: los insurrectos habían fracasado en su plan de dominar Madrid, y el potencial militar estaba equilibrado.
EL DESARROLLO DE LA GUERRA.
Durante los casi tres años de conflicto (julio de 1936 a abril de 1939), las operaciones militares más importantes se pueden agrupar en cinco fases:
1ª) El paso del estrecho de Gibraltar por el ejército de África (julio-diciembre del 36). Fue decisivo para los sublevados al comienzo de la guerra, pues suponía la unión con los núcleos nacionales andaluces y permitía el avance por Extremadura para enlazar con los ejércitos del norte. Tras conseguirlo se emprende la marcha hacia el gran objetivo: Madrid.
2ª) La batalla de Madrid, diciembre-marzo del 37: Ciudad Universitaria (desde el 17 de nov.); carretera de La Coruña (desde el 30 de noviembre/15 de enero); del Jarama (febrero del 37) y Guadalajara (marzo del 37). Supone un fracaso para las tropas sublevadas al encontrar una resistencia popular inesperada. Franco dirige entonces la ofensiva hacia el norte.
3ª) La campaña del norte (primavera-verano del 37). Aislada del resto de territorios republicanos tras la toma de Irún y San Sebastián en septiembre del 36, la zona oeste republicana fue ocupada sin demasiada dificultad desde el Este: Bilbao (19 de junio), Santander (26 de agosto), Asturias (1 de septiembre/21 de octubre), sin que pudieran evitarlo algunos ataques republicanos de distracción como los llevados a cabo en Brunete (Madrid, 18 de julio) y Belchite (Aragón, 3 de septiembre).
4ª) La campaña de Aragón (diciembre del 37-noviembre del 38). Tras una ofensiva republicana sobre Teruel en diciembre del 37 (hasta febrero), tras la toma de Lérida (3 de abril), el avance nacional hacia el Este logró alcanzar el Mediterráneo a la altura de Vinaroz (Castellón, 15 de abril) y partir en dos el territorio republicano. Una nueva ofensiva del ejército gubernamental en el Ebro (julio-noviembre del 38) retrasó la presión de los sublevados sobre Cataluña; pero la victoria de éstos en la batalla del Ebro significó un hecho decisivo para el desenlace definitivo de la guerra.
5ª) Ocupación de Cataluña y fin de la guerra, diciembre del 38-abril del 39. Con la ocupación sin dificultades de Cataluña (Tarragona, 15 de enero; Barcelona, 26 de enero; Girona, 4 de febrero) y, por último, de la zona levantina y central (Ciudad Real, Albacete, Murcia, Alicante y Valencia) se puso fin al conflicto. El 28 de marzo de 1939 las tropas nacionales entran en Madrid y el 1 de abril Franco escribía el último parte de guerra.
EVOLUCIÓN POLÍTICA ESPAÑOLA EN EL TRASCURSO DE LA GUERRA. Tras el golpe militar España quedó desmembrada en dos zonas radicalmente opuestas: republicana y nacional, que evolucionaron a lo largo del conflicto de forma muy diferente.
La zona republicana.
La revolución fue la réplica inmediata a la sublevación en la zona republicana. A partir de ella fue evidente la existencia de un doble poder: el de los Comités Populares y el del gobierno Giral, que se limita a adoptar una política de hechos consumados. El 4 de septiembre de 1936 queda constituido un nuevo gobierno presidido por Largo Caballero, líder sindical de la UGT, con el objeto de reconstruir el Estado y centrar sus esfuerzos en la guerra. La caída de Málaga en febrero de 1937 y las disensiones entre comunistas y anarquistas en Cataluña terminarán con el gobierno de Largo en mayo, tras la retirada del apoyo de socialistas y comunistas. Le sucede en la presidencia de gobierno Juan Negrín. Tres aspectos destacan de su gobierno: el intento por fortalecer el Estado, la conformación de un ejército único cada vez más profesionalizado y el alineamiento político con Francia e Inglaterra. El progresivo acercamiento de Negrín al PCE y a las posturas soviéticas se tradujo en una nueva crisis ministerial. En abril de 1938, Prieto abandona el gobierno; en agosto lo hacen los ministros nacionalistas. Negrín se mantuvo en el gobierno hasta el 5 de marzo de 1939, fecha del golpe de Estado del general Casado en Madrid, quien constituyó el Consejo Nacional de Defensa con el único objetivo de pactar la rendición con Franco. Unos días antes, el 4 de febrero, el Presidente de la República Manuel Azaña huía a Francia. Poco después las tropas nacionales ocupaban Cataluña. Y Francia e Inglaterra reconocían al gobierno de Franco.
La zona nacional.
Configuración de una estructura de gobierno en la zona sublevada a través de un proceso sucesivo: 1º. Se constituyó una Junta de Defensa presidida por el general Cabanellas con sede en Burgos. 2º. Se unificaron las milicias bajo un solo partido, el Movimiento (FE Tradicionalista de las JONS), del que sería jefe supremo el jefe de gobierno, en abril de 1937. 3º. El mando político y militar se concentró en el general Franco, designado jefe de gobierno y generalísimo de los ejércitos, en septiembre de 1937. Simultáneamente al proceso de institucionalización y, en especial, desde 1938 se lleva a cabo una intensa política legislativa y organizativa, que pasa por: la derogación de la legislación laica de la República, el restablecimiento de los jesuitas y la publicación de una Ley de Prensa. Asimismo se llevaron a cabo medidas de tipo socioeconómico, denominadas “revolución nacional-socialista”: promulgación del Fuero del Trabajo y creación del Instituto Nacional de Reforma Económica y Social de la Tierra, encargado de revisar las expropiaciones de la Reforma Agraria y fomentar la colonización como medio para resolver los problemas del campo.
LA INTERVENCIÓN EXTRANJERA.
Ante la gravedad que va adquiriendo la situación española, las potencias europeas firman un pacto de no intervención (julio-agosto de 1936) que no se cumplirá en la práctica. Los dos bandos contarán con ayudas exteriores difícilmente cuantificables: - Los sublevados, recibirán la ayuda de Alemania, canalizada a través de la HISMA, Compañía Hispano-Marroquí de Transporte: armamento, entorpecimiento de la flota republicana y contingente aéreo (Legión Condor); de Italia, a través de la SAFNI, Sociedad Anónima Financiera Nacional Italiana: unidades de tropa, más numerosas pero menos efectivas que las alemanas; y Portugal: su frontera servirá de paso para los suministros nacionales; en menor número envió tropas voluntarias. - El bando republicano, de la Unión Soviética: aviones artillería y asesores militares; y de las Brigadas Internacionales: alrededor de 50.000 (según las fuentes), combatientes de diversa procedencia y con sede central en Albacete.
LAS CONSECUENCIAS DE LA GUERRA CIVIL.
El balance global de la guerra fue durísimo:
- Desde el punto de vista demográfico hubo más de 300.000 víctimas repartidas en ambos bandos, cerca de 200.000 represaliados y alrededor de 500.000 exiliados. La natalidad cayó en picado y aumento la mortalidad debido a la proliferación de enfermedades y a la desnutrición.
- Desde el punto de vista económico se produjo un colapso del que España tardaría décadas en recuperarse debido a la disminución de la población activa, a la utilización de las reservas de oro para financiar la guerra por parte de la República, a los elevados gastos militares de ambos ejércitos y a la altísima destrucción de infraestructuras: obras públicas, transportes, viviendas, etc. En 1940, la renta nacional había caído a los niveles de marzo de 1914 y la mano de obra había descendido en más de medio millón de personas.
- Desde el punto de vista político, la guerra supuso la desaparición de la República y la instauración de un régimen autoritario basado en el poder personal del general Franco.
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