El matrimonio de los Reyes Católicos creó una nueva entidad política: la Monarquía Hispánica, cuyo objetivo esencial era el de fortalecer la autoridad de los reyes cuestionada por la nobleza castellana y catalana. Impusieron la autoridad real por encima de cualquier otro poder, por lo que su reinado se considera el origen del Estado Moderno y de la monarquía autoritaria en España.
Sin embargo, dicha monarquía no fue sino una unión dinástica, pues Isabel y Fernando reinaron en sus respectivos Estados, Castilla y Aragón, y fueron meros consortes en el de su conyuge. Tras su matrimonio, en 1469 y su confirmación en el poder diez años más tarde, no se unieron las dos coronas para formar un solo reino, sino que ambos continuaron manteniendo sus propias fronteras, leyes, monedas e instituciones, aunque con un propósito común: construir un Estado Moderno a semejanza de otros europeos.
El Estado Moderno estuvo caracterizado por la aparición de las monarquías autoritarias, como se denominaron las monarquías de Europa occidental entre finales de la Edad Media y comienzos de la Moderna, durante el surgimiento del Antiguo Régimen. Se trata de una forma de transición entre las monarquías feudales y las absolutas, en las que el poder político se centra en el rey que lo debe mantener mediante pactos. Sus principales instrumentos de poder fueron la burocracia, la hacienda, la diplomacia y un ejército moderno.
Los RR.CC. llevaron a cabo una serie de actuaciones tendentes al fortalecimiento de la corona y del nuevo Estado aplicando una política centralizadora y personalista basada en dos aspectos fundamentales: la unificación territorial y religiosa en el interior, y el expansionismo militar en el exterior. La primera tuvo como puntos fundamentales la política matrimonial, la campaña contra Granada (1481-1492) y la anexión de Navarra (1512), amén de la expulsión de los judíos (1492) y el decreto de conversión de los moriscos (1502) en el orden religioso, complementado por la creación del Tribunal de la Inquisición (1478) para velar por el cumplimiento de la moral cristiana. La segunda, llevó a Castilla a finalizar la conquista de las islas Canarias (a partir de 1477) y a protagonizar la expedición que descubriría América (1492), y a Aragón a afianzar su posición en Italia y establecerse en los principales puertos del norte de África para controlar los ataques de la piratería bereber en el Mediterráneo occidental.
A estos aspectos habría que añadir una política de reformas en la organización de los Estados. Se redujo el papel de las Cortes y se crearon o restructuraron los Consejos, organismos encargados de administrar los principales asuntos del país en colaboración con los monarcas: de Castilla, de Guerra, de Hacienda...; se reorganizó del sistema judicial, mediante la creación de las chancillerías y las audiencias; se modernizó el ejército, a partir de un sistema de tercios; se mejoró la recaudación de impuestos y se creó la Santa Hermandad (1476), para garantizar la seguridad en los caminos y zonas rurales.
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