martes, 23 de noviembre de 2010

Tema 3.- CRISIS DEL ANTIGUO RÉGIMEN: (Crisis de 1808 y Guerra de la Independencia - La Revolución Liberal, Cortes de Cádiz y Constitución de 1812.

En 1788, año del acceso al trono de Carlos IV, tras la muerte de su padre el rey ilustrado Carlos III, España presentaba los rasgos típicos de una sociedad señorial: seguía habiendo Inquisición, Mesta, privilegios estamentales, mayorazgos…; es decir, todas las instituciones que habían denunciado los Ilustrados. El modelo político del absolutismo ilustrado se había revelado incapaz de resolver los graves problemas estructurales de la sociedad española: el déficit crónico de la hacienda, las crisis periódicas de subsistencia y el estancamiento económico.
En este contexto, las ideas de la revolución que estalló en Francia un año más tarde ejercerían una gran influencia en España durante el reinado de Carlos IV y terminarían por cuestionar los modelos del Antiguo Régimen. Las causas de la crisis fueron diversas: el agotamiento del sistema económico y social, las continuas guerras y el desprestigio de la propia institución monárquica. La crisis tuvo su momento culminante a partir de 1808, cuando comenzó la denominada Guerra de la Independencia contra los ejércitos napoleónicos. La guerra fue al tiempo civil (pues enfrentaba a patriotas y afrancesados) e internacional (al enfrentar a los ejércitos europeos contra Napoleón); pero además favoreció la propagación de las ideas liberal-burguesas que se concretaron en el Estatuto de Bayona por un bando y en el proceso constituyente de Cádiz y la proclamación de la Constitución de 1812 por otro.
La crisis de 1808 y la Guerra de Independencia.
La crisis del Antiguo Régimen en España fue el resultado de un escenario complejo en el que se conjugaron la precariedad económica, la situación política internacional y la decadencia de la monarquía española.
A principios del siglo XIX el país se encontraba en una lamentable situación económica como consecuencia de la permanencia de las viejas estructuras sobre la propiedad de la tierra: la mayor parte de ellas estaban amortizadas, no podían ser vendidas y permanecían en manos de una minoría señorial. Las escasas tierras productivas eran cada vez de peor calidad, disminuyendo las cosechas y provocando crisis de subsistencia y hambrunas, como las de 1789-90 y 1803-04, que aumentaron la conflictividad social.
La llegada de Napoleón al poder en 1799 convirtió a España en un títere de la política expansionista del emperador en virtud del Tratado de San Ildefonso suscrito tres años antes y que había restaurado la tradicional alianza franco-española del siglo XVIII (pactos de de familia). Condicionada por aquél, se lleva a cabo la invasión de Portugal (Guerra de las Naranjas, 1801) con el objeto de cerrar sus puertas al comercio británico; como consecuencia, en 1805, el almirante inglés Nelson destruye la flota hispano-francesa en la batalla de Trafalgar. Los británicos interrumpen el comercio comercial con América, provocando una crisis financiera en España. Las medidas adoptadas: aumento de impuestos, contratación de préstamos en el extranjero, emisión de deuda pública…, no sólo no resolvieron la crisis sino que contribuyeron a agudizar la problemática social.
Con ser graves las circunstancias anteriores, la quiebra del Antiguo Régimen estuvo motivada esencialmente por la crisis política de la institución monárquica incapaz de resolver todas estas dificultades, lo que se tradujo en una actitud crítica por parte de todos los sectores sociales contra el favorito del rey, Manuel Godoy, y más tarde contra el propio Carlos IV. En este contexto se sucederán las conspiraciones: en 1794, la conspiración del Globo; en 1795, la conspiración Picornell y, en 1807, la conjura de El Escorial, mediante la cual un sector de la nobleza liberal, en connivencia con el príncipe Fernando, pretendía derribar a Godoy.
Ese mismo año de 1807 España, sometida a las injerencias de napoleón, firmaba el Tratado de Fontainebleau (29 de octubre), que preveía el reparto de Portugal y la autorización de la entrada de tropas napoleónicas en España. Los rumores sobre una invasión encubierta llevaron a la familia real y a Godoy a Aranjuez, donde el 19 de marzo de 1808 estalla un motín popular apoyado por la nobleza progresista que triunfará plenamente. Godoy será encarcelado y Carlos IV obligado a renunciar a la corona a favor de su hijo Fernando. Pero Napoleón no reconoció a Fernando y Carlos pronto se arrepintió de su abdicación en tanto las tropas francesas al mando de Murat entraban en Madrid para restituir el orden. El momento fue aprovechado por el emperador para solucionar las disputas entre padre e hijo en Bayona (Francia). Entrevistándose con ambos por separado, consiguió que Carlos renunciase incondicionalmente a la corona y que Fernando abdicase en su padre sin conocer la decisión anterior. El 6 de mayo de 1808 Napoleón era dueño de la soberanía española (“abdicaciones de Bayona”) y proponía como nuevo rey de España a su hermano José Bonaparte.
Con la ayuda de un grupo de ilustrados afrancesados (Junta de Bayona), José I era reconocido como rey al tiempo que se aprobaba para el país un Estatuto legal: la Constitución de Bayona, una especie de carta otorgada elaborada por el emperador que a pesar de mantener la autoridad real ofrecía un cierto aire liberal y cuestionaba los fundamentos del Antiguo Régimen. Este texto no llegaría a ponerse en práctica debido al inicio de la guerra.
La Guerra de la Independencia.
La abdicación de Carlos IV en marzo de 1808 y la ocupación francesa del territorio generaron el levantamiento popular del 2 de mayo que pronto se extendió desde Madrid por toda España y derivó en la Guerra de la Independencia (1808-1814). Fue una guerra nacional y popular, pero no revolucionaria. La lucha contra los franceses acrecentó el sentimiento de pertenencia a una comunidad y confirmó una nueva mentalidad de unidad por encima de valoraciones regionalistas. Sin embargo, el ideario que la hizo posible defendió una visión tradicional de la sociedad, no compartida por una minoría liberal que además de afirmar su españolidad frente a Francia deseaba hacer su propia revolución y no otra impuesta desde el vecino país.
Pero la guerra fue algo más que un enfrentamiento entre españoles y franceses, fue también un conflicto civil entre los afrancesados, partidarios de José I, y los denominados patriotas, reunidos en Juntas militares. También fue un conflicto internacional entre dos grandes potencias: Francia e Inglaterra, aliada ahora de los patriotas españoles.
En la evolución de la guerra podemos distinguir tres fases:
1ª. Hasta finales de 1808, en la cual la sublevación popular se transformó en guerra abierta y la resistencia tomó forma de sitio (Gerona o Zaragoza). A pesar de la superioridad francesa, el ejército español, con ayuda de ingleses y portugueses, consigue vencerlos en Bailén el 19 de julio, tras lo cual Napoleón decidirá una intervención directa al mando de la Grand Armee.
2ª Desde fines de 1808 hasta 1812, caracterizada por la hegemonía francesa y la aparición de la guerrilla. La conquista comienza con la batalla de Gamonal (Burgos) el 10 de noviembre de 1808 y la rendición de Madrid el 4 de diciembre. Tras la derrota de Talavera (28/8/1809), el ejército francés consiguió rehacerse en Ocaña (19/11/1909) y abrir las puertas de Andalucía donde sólo pudo resistir la plaza de Cádiz, gracias a su emplazamiento y al abastecimiento proporcionado por los ingleses desde el mar.
3ª Entre 1812 y 1813, definida por la pérdida de posiciones de las tropas francesas embarcada también en la campaña de Rusia y la firma del Tratado de Valençay en diciembre de 1813, por el que Napoleón reconocía a Fernando VII como rey de España.
En general, la guerra significó una catástrofe de carácter nacional, no sólo por las consecuencias de las pérdidas humanas (cerca de 1 millón de personas para una población total de 12 millones) y materiales, sino también por la quiebra económica y financiera que supuso, que se sumaba a una ya de por sí delicada situación, y que motivó la paralización definitiva del proceso de modernización que se pretendía llevar a cabo desde planteamientos ilustrados y el aislamiento del país respecto de otros Estados de su entorno.
Durante la guerra convivirán en España dos modelos ideológicos y políticos opuestos: por una parte, el representado por José I y los afrancesados, que intentarán llevar a cabo un proceso de reformas impuesto desde Francia; por otra, los patriotas, cuya falta de unidad política se convertirá en un hecho de importancia esencial en la historia española reciente: la convocatoria de Cortes en Cádiz en septiembre de 1810.
La revolución liberal: las Cortes de Cádiz y la Constitución de 1812.
El estallido de las sublevaciones y de la guerra provocó un vacío de poder, la desconfianza en las antiguas instituciones y la ruptura del territorio español. Este hecho impulsó a los sublevados a dotarse de nuevos instrumentos políticos: las Juntas, al margen de la autoridad tradicional.
En un principio estas Juntas tenían un carácter local, provincial o regional. En septiembre de 1808, todas se reunieron en una Junta Suprema Central Gubernativa del reino bajo la presidencia del viejo Conde de Floridablanca. Esta Junta Suprema se arrogó, por tanto, los poderes soberanos del Estado convirtiéndose en su máximo órgano de gobierno. A pesar del talante conservador de muchos de sus miembros, su creación constituía un acto verdaderamente revolucionario pues su fuente de legitimidad no procedía del Antiguo Régimen sino del levantamiento, suponía una ruptura político-administrativa con el pasado y actuaban en nombre de Fernando VII pero también del pueblo español.
Mientras los franceses ocupaban prácticamente todo el país, la Junta Suprema Central tomo una decisión trascendental: en mayo de 1809 convocó a las Cortes Generales del Reino. El documento estaba redactado en términos muy conservadores, pero sin pretenderlo abría el camino hacia el liberalismo en España.
A finales de 1809 la Junta Suprema –refugiada en Cádiz- había llegado al límite de su descrédito, ante la incapacidad de organizar una resistencia eficaz contra los franceses. En enero de 1810, la Junta delegaba sus poderes en una regencia de tres miembros presidida por el general Castaños –vencedor de Bailén- y ésta, presionada por la aparición de poderes locales en América y por el ambiente liberal de la ciudad, decretó la reunión de las Cortes en cámara única y no por estamentos como pretendían los más tradicionales.
Las Cortes inauguraron sus sesiones en septiembre de 1810 con el juramento de defender la integridad de la nación española, y prolongaron sus actividades hasta la primavera de 1814. A causa de las dificultades de la guerra, la alta nobleza y la Iglesia apenas estuvieron representadas en Cádiz. Predominaban por el contrario las clases medias de formación intelectual y miembros de la burguesía industrial y mercantil. No había representación alguna de campesinos, como tampoco de mujeres.
Desde el principio las Cortes de Cádiz evidenciaron que no se parecían en nada a las anteriores. Al reunirse como Asamblea Constituyente y asumir la soberanía nacional, los diputados ponían en marcha una verdadera revolución política liberal que contaba con el precedente francés de 1789. Al tiempo, con la concesión de la igualdad de derechos a todos los ciudadanos, incluidos los de América, convertían a España en una nación repartida a ambos lados del Atlántico.
De inmediato surgieron dos tendencias en la cámara: los absolutistas, partidarios de mantener el viejo orden, y los liberales, partidarios de reformas revolucionarias. Estos últimos, en mayoría, consiguieron que las sesiones girasen en torno a dos ejes básicos: promover una serie de reformas socioeconómicas y elaborar una constitución. Entre las primeras: se aprobó la libertad de imprenta, se abolieron los señoríos jurisdiccionales, los gremios, la Mesta, la Inquisición y se anunció una reforma agraria.
La Constitución de Cádiz, la primera de la historia de España, si obviamos el Estatuto de Bayona, fue promulgada el 19 de marzo de 1812. Establecía las ideas del liberalismo en términos tan avanzados que pronto se convirtió en un espejo también para los liberales europeos e hispanoamericanos:
- Afirmaba como principio político la soberanía nacional, que suponía el fin jurídico de la monarquía absoluta.
- Reconocía la igualdad de derechos individuales y colectivos de los españoles, y la consiguiente desaparición de los privilegios señoriales.
- Elaboraba un marco político fundamentado en la división de poderes, con un poder legislativo unicameral con amplias facultades: la monarquía constitucional.
- Reconocía un sistema participativo basado en un sufragio muy amplio. La residencia constituye la única condición para ser elector y candidato –aunque prevé para estos una exigencia de renta- y el sistema es indirecto en cuatro grados: vecinos, parroquias, provincias y diputados.
Al atribuir la soberanía a la nación se estaba produciendo un cambio fundamental. El texto reconocía a Fernando VII como rey de España, pero no como un rey absoluto sino constitucional. La primacía de la nación, compuesta por individuos libres e iguales, implicaba también el fin de los privilegios territoriales, como los fueros vasco o navarro, y determinaba la consecución de un estado unitario y centralizado.
A pesar de su talante liberal, la Constitución de 1812 relejaba también el influjo de la Iglesia y la nobleza a través de la definición de un Estado confesional y el reconocimiento de las propiedades de los grupos privilegiados.
A la Constitución ni la guerra primero ni Fernando VII después le dieron tiempo para implantar sus reformas. No obstante, años después otros textos inspirados en ella se encargarían de hacer avanzar a la sociedad española en los derechos individuales y colectivos.
El Reinado de Fernando VII.
Terminada la guerra, las Cortes se trasladaron a Madrid a fin de preparar el regreso de Fernando VII. El problema consistía en saber si el rey aceptaría o no las resoluciones de Cádiz y la constitución de 1812 pues España se encontraba dividida en dos bandos irreconciliables: los absolutistas, partidarios de abortar las reformas, y los liberales, partidarios de poner en práctica el documento y las reformas que comportaba.
A partir de 1813, los sectores conservadores comenzaron a organizarse y preparar el retorno de Fernando VII como monarca absoluto. Así, desobedeciendo las órdenes de las Cortes y atendiendo a dichos sectores, el rey modificó su itinerario de regreso a España y se dirigió a Valencia el 16 de abril de 1814, donde le esperaban diputados absolutistas para entregarle un documento: el Manifiesto de los Persas, en el que le aconsejaban ignorar la Constitución y restaurar el orden del Antiguo Régimen.
Al día siguiente el general Elio invitaba al monarca a recobrar sus derechos. Poco después, firmaba el decreto del 4 de mayo de 1814, que condenaba y declaraba sin efecto la legislación de Cádiz, incluida la constitución, y restablecía la monarquía absoluta. El 5 de mayo, Fernando VII salió de Valencia y emprendió una marcha triunfal hacia Madrid. El entusiasmo popular ante el retorno del Deseado fue inmenso. El régimen constitucional no fue capaz de oponer resistencia, y las Cortes fueron disueltas el 10 de mayo de aquel año.
El decreto del 4 de mayo fue en realidad un verdadero golpe de Estado que implicaba la vuelta al Antiguo Régimen. Este hecho no hubiera sido posible sin dos circunstancias clave:
1ª) El contexto internacional. Tras la derrota de Napoleón se había producido en Europa una restructuración de las relaciones internacionales dirigidas a sofocar las intentonas revolucionarias (Restauración: Congreso de Viena). La Santa Alianza, creada en 1815 y de la que formaban parte los reyes de Austria, Prusia, Rusia y más tarde también Francia y España fue el instrumento de intervención contra los movimientos liberales.
2ª) La ausencia de apoyos interiores generalizadas al régimen constitucional, que no había tenido tiempo de implantarse en muchas zonas de España.
El entusiasmo popular con que fue acogido Fernando VII a su regreso evidencia que las ideas de Cádiz no habían calado todavía en la sociedad española, aunque más que una opinión favorable al absolutismo demostraba la alegría por el fin de la guerra y la vuelta a la normalidad.
Fernando VII no supo aprovechar la ocasión para resolver los problemas que España tenía después de una cruenta contienda. Al contrario, no hubo un programa de gobierno adecuado a la crítica situación y consciente de que en España se había producido una revolución política; la crisis económica y agraria y la quiebra de la hacienda se agudizaron; finalmente se produjo una represión sistemática contra los liberales, abocados al exilio o a la clandestinidad.
La represión inauguró una nueva forma de conspiración contra el poder: el pronunciamiento militar y la propagación del ideario liberal a través de sociedades secretas masónicas. Desde 1814 se sucedieron sin éxito varias intentonas: la de Espoz y Mina en Pamplona, la de Juan Díaz Porlier en La Coruña, la conspiración del Triángulo, el pronunciamiento de Luis Lacy en Barcelona o el del coronel Vidal en Valencia.
El 1 de enero de 1820 se producía el pronunciamiento del comandante Rafael Riego en Cabezas de San Juan (Sevilla) al mando de las tropas destinadas a reprimir las sublevaciones en América, con la promesa de que no tendrían que embarcar hacia las colonias. El golpe no triunfó, pero tampoco fracasó; el ejército simplemente se mantuvo a la expectativa. Por espacio de mes y medio España vivió un mar de confusiones hasta que el 19 de febrero se sublevó en La Coruña el coronel Acevedo y en pocas semanas se sucedieron los levantamientos. El 7 de marzo de 1820, el Palacio Real de Madrid fue rodeado por una gran multitud. Entrada ya la noche, el rey se decidió a firmar un decreto, en que declaraba que, de acuerdo con "la voluntad general del pueblo", se había decidido a jurar la Constitución.
La Sublevación de Riego iniciaba un periodo de tres años de predominio liberal en el que los sucesivos gobiernos intentaron llevar a cabo reformas acordes con el espíritu de las Cortes de Cádiz: se restableció la estructura del estado liberal, se abolió definitivamente la Inquisición, se impuso el sistema fiscal aprobado en Cádiz, se suprimieron los señoríos, se expulsó a los jesuitas, se confirmaron la leyes que garantizaban los derechos y libertades de los ciudadanos, se suprimieron las órdenes monacales y se aprobó la desamortización de las tierras de los monasterios.
El nuevo clima político, la libertad de prensa, la reunión de Cortes y la creación espontánea de sociedades patrióticas favorecieron la aparición de corrientes de opinión diferenciadas en el liberalismo, oponiéndose los “doceañistas” –de tendencia moderada- a los “veinteañistas” –de tendencia exaltada y progresista-. A pesar de la cautela con que fueron introduciéndose las reformas, la reacción de los absolutistas no se hizo esperar. Ahora eran las guerrillas más conservadoras las que se levantaban en armas, caso del cura Merino o de Joaquín Ibáñez, el barón de Eroles. La insurrección ganaba terreno en Navarra y Cataluña donde la autoproclamada Regencia de Urgell declaraba nulo todo lo dispuesto desde 1820 al considerar al monarca preso de los liberales.
La escalada contrarrevolucionaria radicalizó a los liberales que en el verano de 1822 formaron un gobierno exaltado dispuesto a aplastar los focos de rebelión. Los enfrentamientos estaban casi degenerando en una guerra civil cuando Fernando VII solicitó el auxilio de la Santa Alianza y ésta, en el Congreso de Verona de noviembre de 1822, acordó la intervención en España, encomendando el mandato a Luis XVIII de Francia. En abril de 1823 un ejército francés, los Cien mil Hijos de San Luis, entró en España para restablecer a Fernando VII en la plenitud de la soberanía. La debilidad del ejército liberal, la fragmentación del liberalismo y el escaso apoyo popular acabaron con el régimen. El primero de octubre de 1823 el rey invalidó toda la legislación del Trienio, recuperando el poder absoluto y poniendo fin a este segundo intento de revolución liberal.
Recuperado el poder absoluto, Fernando VII desató una fuerte represión contra los liberales y una depuración de cargos públicos y militares. , al tiempo que el país volvió a cerrarse a las novedades del pensamiento y la ciencia. Varios miles de españoles se pusieron a salvo en el exilio donde conspiraban abiertamente contra el régimen. Este hecho y, sobre todo, el inmovilismo absolutista que había conducido al Trienio, llevaron a un restablecimiento del Antiguo Régimen desde premisas más moderadas e iniciando unas tímidas reformas. Así, se creó el Consejo de Ministros para delegar el poder ejecutivo, se organizó la hacienda y se estableció una política de carácter autárquico que favorecía la roturación de nuevas tierras y la disminución del comercio exterior en beneficio de la industria nacional. Estas reformas, iniciadas por ministros como Cea Bermúdez o López Ballesteros propiciaron una cierta mejora económica y un crecimiento demográfico que no ocultaron los problemas políticos. Además, los continuos cambios de gobierno entre miembros más o menos partidarios de las reformas no contentaban ni a absolutistas ni a liberales.
El descontento de los ultrarrelistas (de tendencia absolutista) se tradujo, en agosto de 1825, en la sublevación del mariscal Jorge Bessiéres en Brihuega que fue reprimida por las armas. Pero, a partir de 1826 el movimiento adquirió mayor fuerza, identificándose con la figura del hermano del rey: Carlos María Isidro, tal y como refleja el manifiesto de la Federación de Realistas Puros. Mayor gravedad aún revistieron los sucesos de Cataluña en 1827, conocidos como la revuelta de los agraviados o revolta de los malcontents y generalizada en Gerona, Vic, Manresa y el Ampurdán. Las razones políticas de la sublevación son confusas: se justificaban en la defensa de la corona y del rey, a quien consideraban cautivo de los liberales. El fenómeno salpicó a algunas comarcas de Aragón, Valencia, el País Vasco y La Mancha, y a sectores en franco declive como campesinos y artesanos. La represión efectuada y la presencia del monarca en Barcelona fueron suficientes para sofocar la rebelión.
Los liberales exaltados, con sus principales dirigentes en el exilio o en sociedades secretas, estuvieron siempre dispuestos a preparar levantamientos que, carentes de apoyo social, se saldaban con la ejecución de sus dirigentes y la mitificación de sus nombres como símbolo de la libertad. Espoz y Mina, Jose María de Torrijos, Mariana Pineda…
El nacimiento en 1830 de Isabel II cambió la estrategia política del régimen. En primer lugar, comenzaban a configurarse líneas de contacto entre reformistas fernandinos y liberales moderados como alternativa a la monarquía absoluta y la vía representada por D. Carlos. En segundo, el contexto internacional de esos años estaba marcado por el triunfo del liberalismo moderado en Francia, que permitía intuir la posibilidad de una transición sin revolución.

EL TRATADO DE UTRECHT.

El Tratado de Utrecht pone fin a la Guerra de Sucesión Española en 1713. Los distintos acuerdos de que consta, suscritos a lo largo del mencionado año, establecían el reconocimiento de Felipe V como rey de España. A cambio, realizaba concesiones territoriales a los países beligerantes: Saboya, Austria e Inglaterra, y permitía a esta última el comercio con las Indias.




lunes, 15 de noviembre de 2010

ORDENACIÓN CRONOLÓGICA

Nueva ordenación:


- Virreinato de Perú.
- Inicio de la privanza del duque de Lerma.
- Segundo viaje de Colón.
- Batalla de Guadalete.
- Industria musteriense.
- Creación de la Casa de Contratación.
- Ordoño II traslada la capital a León.
- Inicio de la revuelta de las comunidades.
- Fin del califato de Córdoba.
- Ascenso de los Trastámara a la corona de Aragón.
- Conquista de Córdoba.
- Fin del reino nazarí.
- II Guerra Púnica.
- Cultura del Argar.
- Derrota de la Armada invencible.
- Paz de Westfalia.
-Invasión de los suevos.
- Pintura levantina.
- Creación de la Mesta.
- Batalla de Lepanto.

TEMA 2. RAÍCES. El siglo XVIII.

LA NUEVA MONARQUÍA BORBÓNICA. EL PAPEL DE ESPAÑA EN EUROPA.

Tras la muerte del heredero José Fernando de Baviera, Carlos II nombra como sucesor a Felipe de Anjou. La perspectiva de unión entre Francia y España bajo una misma corona desemboca en la formación de una alianza antiborbónica (Inglaterra, Austria, Holanda, Portugal y Saboya), la declaración de Guerra y el apoyo al candidato austriaco: el archiduque Carlos.
La Guerra de Sucesión tendrá un doble carácter: internacional, por estar implicadas diversas naciones, y civil, por cuanto los españoles se dividirán en uno u otro bando: Castilla apoyará al candidato francés y la Corona de Aragón al austriaco.
Fueron trece años de dura lucha en casi todos los escenarios de Europa occidental y su desarrollo fue sumamente complejo. Tras un primer momento favorable al candidato Habsburgo, desde 1707 sucesivas victorias felipistas restablecieron el equilibrio: Almansa (1707), Brihuega y Villaviciosa (1710). Dicho equilibrio, unido al agotamiento inglés y francés y a la muerte del emperador en Austria –cuyo trono ocuparía Carlos- conducirán el conflicto hacia la paz, iniciada con las conversaciones de Utrecht en 1713.
Los tratados de Utrecht, Rastatt y la Barrera suponen el comienzo de un nuevo capítulo en el panorama político de Europa. Los Borbones conseguían la meta de sus aspiraciones: Felipe era reconocido como rey de España, aunque se le impedía gobernar también en Francia. Pero España era en realidad la gran sacrificada; perdía sus dominios en Europa y aceptaba el dominio inglés sobre Menorca y Gibraltar, al tiempo que le permitía el tráfico de esclavos a América y la dotación de algunos barcos comerciales. Francia, derrotada militarmente, conservaba la frontera del Rin, pero vio recortados sus privilegios internacionales constatando el declive de su época dorada.
En lo político, la llegada de los Borbones al trono supuso el regeneracionismo de una nación agotada por los malos gobiernos, la bancarrota económica y la crisis social mediante la difusión de nuevas doctrinas resumidas en el ideario del Despotismo Ilustrado, que desde una actitud paternalista criticaba los abusos y los privilegios tradicionales contrarios a la felicidad de los pueblos.
Tras la paz de Utrecht, España pasó a ser una potencia de segundo orden en el continente. A partir de este momento los sucesivos monarcas y gobiernos optaron por revisar los acuerdos del mismo en función de dos principios básicos: contrarrestar el poderío inglés y preservar las colonias americanas. Para conseguirlo, la línea de actuación fue reforzar los lazos de amistad con Francia a través de los denominados “pactos de Familia”.
Durante todos estos años España vivió el redescubrimiento de América, con políticas “atlánticas” que trataron de proteger en lo posible el monopolio americano y garantizar la importación de “ultramarinos”. Esta actitud, iniciada con la fundación de la Real Compañía Guipuzcoana de Caracas de 1725, de la que el propio Felipe V era accionista, y que culmina con los conflictos de las Malvinas y la intervención de Carlos III en la guerra americana, se cercena bajo el reinado de Carlos IV. Tras el estallido de la Revolución Francesa un año después de su ascenso al poder España inicia una política de cerrazón (el “cordón sanitario”) que le llevará finalmente a invertir las tradicionales alianzas del siglo y romper los lazos diplomáticos con la Francia revolucionaria.

LAS TRANSFORMACIONES POLÍTICAS INTERNAS.

La entronización de los Borbones impulsó la transformación de las estructuras de gobierno de la monarquía española y sentó las bases de la organización estatal del siglo. Si muchos de los cambios que se llevan a cabo en la administración central responden a la influencia francesa, en buena medida la génesis de las reformas se habían planteado con anterioridad. No obstante, las reformas suponen una clara ruptura con la práctica de gobierno de Carlos II y marcan la vuelta del monarca al primer plano de la política del Estado.
Sin duda, la medida más radical fue la disolución de la Corona de Aragón como conjunto orgánico con los Decretos de Nueva Planta (1707, 15 Y 16, en Valencia y Aragón, Mallorca y Cataluña, respectivamente). El nuevo estatuto de los territorios aragoneses modificaba la configuración plural de la monarquía española e imponía un modelo de estado centralizado y unitario que acababa con el sistema pactista entre el monarca y los reinos. Los decretos tenían en común la desaparición de las instituciones propias de cada reino, la supresión del derecho de extranjería, la aplicación del derecho criminal castellano y la introducción de un sistema impositivo común. La experiencia de unificación no era nueva y venía a continuar los proyectos del conde-duque de Olivares dos generaciones antes (Ley de Armas), pero ahora comportaba una modificación radical de la administración del Estado a todos los niveles: el rey acumulaba todo el poder político, los Consejos quedaron reducidos a un órgano meramente consultivo y sus funciones fueron absorbidas por las Secretarías de Estado. Además, se suprimieron las Cortes de los reinos de Aragón que se integraron a las de Castilla en Cortes comunes, que perdieron la poca importancia que aún conservaban.
Desde el punto de vista territorial, los antiguos virreinatos de Aragón, Valencia, Mallorca y Cataluña (se conservaron en Navarra y América) se convirtieron en distritos administrativos llamados Capitanías Generales. Esta nueva institución prestigiaba las Audiencias (gubernativa y judicial) y estaba complementada por un nivel administrativo inferior de nueva creación: las intendencias, el antecedente de las actuales provincias.
Las disposiciones centralistas afectaron también a la administración local.

CONCLUSIÓN.
En conclusión, el estado-nación España que surgió con los Decretos de Nueva Planta se consolidará a lo largo del siglo XVIII. La vieja acepción de España como mero ámbito territorial, propia de la época medieval, adquiere ahora connotaciones diferentes tras la desaparición del rol de potencia mundial tras el reinado de los Austrias.
Este nuevo papel se inserta también en el marco de las transformaciones ideológico-económicas del resto de Europa. La política borbónica no fue ajena a las necesidades de cambio que demandaba la sociedad ilustrada y fueron notables los esfuerzos realizados por mejorar el desarrollo agrícola, industrial y comercial, así como las reformas sociales tendentes al aumento demográfico como medio para enriquecer a la nación. Esta postura supuso una revisión profunda de la vida nacional y, por primera vez, desde los inicios de la Edad Moderna, intentaba situar a España, no sin grandes esfuerzos, en el contexto común europeo.

domingo, 14 de noviembre de 2010

TEMA 2. RAÍCES, LA EDAD MODERNA (Conquista y colonización de América).

A finales del siglo XV, Castilla y Portugal tenían como objetivo la expansión por las costas y aguas atlánticas africanas con el fin de hallar la ruta hacia Asia (las Indias). Para repartirse las áreas de influencia en el Atlántico las dos coronas firmaron el Tratado de Alcacovas (1479).
Con esta idea, Cristobal Colón propuso a los Reyes Católicos trazar una ruta hacia las Indias navegando hacia el oeste. En el primer viaje se partió desde Palos de la Frontera el 3 de agosto de 1492 avistando tierra en la isla de Guanahaní , que llamaron San Salvador, el 12 de octubre. Colón creyó haber alcanzado su objetivo pero unos años después, tras nuevos viajes del Almirante (1493, 1498 y 1502) y otros navegantes, un italiano llamado Americo Vespuccio, igualmente al servicio de los RR.CC. difundió la idea de que las tierras alcanzadas por Colón eran un nuevo continente: América.
La llegada de España a "las Indias" suscitó la reacción de Portugal, que había desarrollado la ruta africana. Para evitar conflictos se apeló a la mediación papal y más tarde se firmó el Tratado de Tordesillas (1494) que fijaba como zona fronteriza de exploración y conquista el meridiano 46º y 37´ lo que permitiría a Portugal su acceso a Brasil.
FASES DE LA CONQUISTA.
-Primera fase (1493-1519). Se exploran y conquistan la mayor parte de las islas caribeñas y parte meridional de América del sur. Nuñez de Balboa descubre el Mar del Sur (océano Pacífico), Ponce de León Puerto Rico y Florida, y Ocampo Cuba. Magallanes y Elcano descubren las islas Filipinas y completan la primera vuelta al mundo (1519-1522).
-Segunda fase (1519-1550): Se producen las conquistas de los grandes imperios indígenas. Hernán Cortés ocupa el imperio azteca (1519-21), creando el virreinato de Nueva España (1535). Por su parte, Francisco Pizarro conquista el imperio inca en Perú (1531-33), fundándose el virreinato del Perú (1542) e iniciándose la conquista de Chile.
-Tercera fase (hasta fin del siglo XVI): Se hacen expediciones menores por el resto del continente: Rojas y Cabeza de Vaca exploran la zona norte de Argentina y Uruguay, Orellana la cuenca del río Amazonas y Soto, Coronado y el propio Cabeza de Vaca el suroeste de Norteamérica.
LA COLONIZACIÓN EN LOS SIGLOS XVI Y XVII. GOBIERNO Y ADMINISTRACIÓN
La incorporación política de las colonias a la corona castellana fue establecida a través de organismos de gobierno y administración creados en la metrópoli, además de una burocracia específica. Desde 1503, la Casa de Contratación regulaba el monopolio comercial y los impuestos y en 1524 se instituyó el Consejo de Indias encargado de los asuntos referidos al territorio. Se dictaron leyes y reglamentos que mejoraron la condición jurídica y social de los indios.
En 1574, las Indias de Castilla se dividían en 2 virreinatos: el Virreinato de Nueva España (México) y el Virreinato del Perú. Los virreinatos fueron subdivididos en jurisdicciones territoriales menores subordinados de ellos, conocidos con el nombre de Capitanías Generales (Guatemala, Venezuela, Cuba y Chile) y Gobernaciones. Las gobernaciones a su vez subdividieron en porciones de territorios más pequeños a cargo de un Alcalde Mayor o Corregidor, los Corregimientos.
ORGANIZACIÓN ECONÓMICA.
La mano de obra constituyó el mayor problema de las Indias. La merma de población se debió, principalmente a: la mita (sistema de trabajo indígena en el que se seleccionaba a unos trabajadores al servicio de los españoles para trabajar en las minas por un tiempo limitado) y a las enfermedades microbianas: gripe, tifus y fiebre amarilla.
Las presiones ejercidas por la Iglesia y la disminución de la población indígena determinaron que la corona permitiese el ingreso de negros africanos para que sustituyeran a la mano de obra aborigen.
La Encomienda (asignación de trabajadores para trabajar la tierra de un colono a cambio de su evangelización) reguló la fuerza de trabajo y la disminución de la mano de obra. La institución, concebida como medio de recompensar a los conquistadores sin esclavizar a los indios, se desnaturalizó muy pronto: las funciones tutelares pocas veces tuvieron efectividad y, por el contrario, se reprodujeron las situaciones de abuso. Estos abusos fueron denunciados desde el principio siendo Fray Bartolomé de Casas uno de los que mas denunció y consiguió a favor de los indígenas. Carlos I, promulgó las Leyes Nuevas de 1542, destinadas a proteger a los indios.
Sectores:
+ Minería. Durante los primeros decenios, los metales preciosos representaban el objetivo esencial de los españoles y el fundamento de la economía de las Indias. Procedentes primero del saqueo y de los tributos pagados por los pueblos vencidos, enseguida empezaron a fluir de la explotación regular de las minas: de plata (Zacatecas y Guajanato, en Méjico y Potosí en Perú) y oro (Buritica en Colombia). Los explotadores debían pagar a la corona un 20% del producto (quinto real). La monarquía se reservó para sí los ingresos y distribución del mineral de mercurio (base del método de la amalgama).
+ Agricultura. La América indígena aportó numerosas especies vegetales domesticadas: maíz, la papa, frijoles, cacao, mandioca, tabaco, tomates, frutas tropicales,…Los europeos introdujeron la vid, el olivo, la caña de azúcar, entre otros. Asimismo, los conquistadores introdujeron los animales que les acompañaron tales como caballos, cerdos, vacas, ovejas y aves de corral.
+ Comercio. Durante el período de conquista la relación comercial entre España y el Nuevo Mundo se estructuró a partir del establecimiento de la Casa de Contratación y la centralización del comercio indiano en Sevilla. Mediante el sistema de galeones y flotas (dos al año), la corona aseguró su monopolio, vigiló el tráfico transatlántico y lo protegió de los cada vez más frecuentes ataques de sus principales rivales europeos: Holanda, Inglaterra y Francia. A este comercio internacional habría que sumar un importante comercio interno que permitía abastecer distintas regiones con productos propios o venidos de Europa.

lunes, 8 de noviembre de 2010

ORDENACIÓN CRONOLÓGICA.

Vamos con la segunda. Recordad, primero sin mirar y luego contestamos en los comentarios. Por cierto, alguna es posible que tengais que buscarla fuera de los apuntes...


- Vifredo el Velloso, conde de Cataluña.
- Conquista de Numancia.
- Liber Iudiciorum.
- Compromiso de Caspe.
- Conquista de Granada.
- Homo Antecessor.
- Batalla de Sagrajas.
- Fin del dominio almorávide en Al-Andalus.
- Fundación de Ampurias.
- Fin del califato de Córdoba.
- Alfonso II, rey de Asturias.
- Inicio de la peste negra en España.
- Batalla de Guadalete.
- Cultura de los Millares.
- Conquista de Sevilla.
- Muerte de Sancho III, el Mayor.

TEMA 2. RAÍCES, LA EDAD MODERNA (El régimen polisinodial de los Austrias).

Se denomina régimen polisinodial a la estructura del sistema de gobierno de la monarquía hispánica durante la Edad Moderna, especialmente durante el reinado de los Austrias (S. XVI - XVII), que designaba a la multiplicidad de consejos que organizaron el entramado gubernamental hispánico desde los Reyes Católicos hasta los Borbones (S.XVIII). Los Consejos eran organismos especializados de gobierno y asesoramiento, sin embargo la monarquía española evolucionó hasta un absolutismo particular. Los monarcas debían respetar los fueros y privilegios arraigados desde siglos. El origen de los Consejos proviene de cuando los reyes recibían consejos de nobles (consejo) llamado Curia Regis o Consilium.En España se desarrollaron durante el reinado de los Reyes Católicos y se consolidaron durante el reinado de los Austrias.
El sistema de despacho alcanzo dos modalidades:
- Hasta 1570 se desarrollló el sistema “a boca o a pie” donde el rey departía con los consejeros, escuchaba sus peticiones y tomaba decisiones orales.
- Desde 1570 predominó el sistema de consultas, basado en la documentación escrita, que resumían los puntos de vista de los miembros acerca de un tema particular para que el rey tuviera suficiente información para tomar una decisión y otra veces pedía ayuda al Consejo de Estado.
Los Consejos se estructuraban en dos bloques:
A) Consejos territoriales:
-Consejo de Castilla (1480), actúa como principal órgano de gobierno de los reinos de la Corona de Castilla.En 1598, Felipe II lo dividió en: uno ejecutivo y otro administrativo.En 1588 apareció el Consejo de la Cámara de Castilla que asesoraban al rey en asuntos del patronato, en el nombramiento de los cargos y en la convocatoria de cortes.
-Consejo de Indias (1524), controlaba los asuntos administrativos, judiciales y eclesiásticos relacionados con las colonias americanas y supervisaba el funcionamiento de la Casa de Contratación de Sevilla encargada de regularizar las flotas con destino al nuevo continente(1503).
-Consejo de Aragón (1494), actuaba sobre Aragón, Valencia, Cataluña, Mallorca, Sicilia y Cerdeña.Se componía de un vicanciller que actuaba como presidente, un tesorero, un notario y 6 consejeros.
-Consejo de Navarra (1512) nació tras la conquista del reinado de Fernando el Católico.Su sede se encontraba en Pamplona y sus funciones eran las de justicia y gobierno.
-Consejo de Italia (1555), se ocupaba de los asuntos Nápoles, Sicilia y Cerdeña.Nombraba los cargos y controlaba la administración, la hacienda y el comercio.
-Consejo de Portugal, (1582) creado tras la anexión de Portugal en 1580. Atendía a asuntos administrativos, judiciales y eclesiásticos hasta 1640.
-Consejo de Flandes (1588), atendía a asuntos judiciales, administrativos y de hacienda, se ocupaba del mantenimiento del camino español
B) Consejos temáticos:
-Consejo de Estado (1522) creado por Carlos I, abarca todos los territorios de la monarquía hispánica dirigida por el canciller de Carlos I.
-Consejo de Guerra (1517), reorganizado en 1533 compuesto por consejeros y militares expertos en temas de guerra. En 1586 la antigua secretaria de guerra se transformo en un consejo específico (uno de mar y otro de tierra).
-Consejo de Inquisición (1483) velaban por la defensa del catolicismo, abarcando el control de las herejías y de los “cristianos nuevos”.Era el tribunal de última instancia para las causas de los tribunales inquisitoriales locales.
-Consejo de Cruzadas (1509) su función era recordar y administrar las llamadas tres gracias (bula de cruzada, subsidio y excusado) que Roma concedía a los reyes de España para la organización de cruzadas como defensores de la fe. Estaba presidido por un Comisario General.
-Consejo de Órdenes (1495) tubo su origen en el nombramiento de Fernando el católico como maestre de las ordenes militares. Tenía funciones de justicia y gobierno en los territorios de las órdenes militares cuyos maestrazgos fueron incorporados a la monarquía a partir de 1523.
-Consejo de Hacienda (1523) ocupo las finanzas de la monarquía hispánica, organizo la recaudación de impuestos, gestiono las deudas de los monarcas con grandes banqueros. Disponía de contadurías: la hacienda dejo de funcionar al reunirse el consejo directamente para examinar gastos e ingresos; y la contaduría de cuentas.Los defectos del sistema polisinodial fueron:
Las distancias enormes entre los diversos territorios de la monarquía hispánica lo que producían retrasos en la maquinaria administrativa.
Complejidad del sistema de consultas lo que conllevaba la acumulación de expedientes
La monarquía y la burocracia estaban para conceder favores y no solo para administrar justicia, y que merecían por ello una recompensa.
Carácter y capacidad de los hombres de dirigían la organización, que tendieron a acaparar fortunas y a ascender socialmente para asemejarse a la aristocracia.
Corrupción generalizada, beneficio dado por los miembros de los consejos a personas conocidas sobre las que ejercían su patronazgo
Los consejos no consiguieron integrar a los territorios de la monarquía hispánica y cuando se intentó provoco una crisis como la de 1640. Aunque el sistema de consejos permitió una organización efectiva de la estructura administrativa y gubernamental de la monarquía hispánica, presenta fallos que terminaron por convertirlo en lento e ineficaz. El monarca siempre estaba por encima de ellos y era el que tomaba las decisiones y en su ausencia la responsabilidad era del regente. Con el transcurso del tiempo apareció la figura del valido que acapara las funciones reales y el control de la burocracia del estado.Ya en el siglo XVIII con la llegada de los borbones con Felipe V en 1700 se reforma todo el entramado polisinodial, se sustituyeron los consejos por las secretarias de despacho, menos el de Castilla.

domingo, 7 de noviembre de 2010

Tema 2. RAÍCES, LA EDAD MODERNA (Los Austrias: El movimiento comunero).

Precedentes:
La rebelión tuvo como precedentes las revueltas antiseñoriales ocurridas en el tránsito entre la Edad Media y la Moderna durante el siglo XV (Hermandades en Galicia y País Vasco, y Payeses de Remensa en Cataluña), como consecuencia del auge de las ciudades y del comercio, desarrollado por el nuevo grupo social emergente: la burguesía, y sus protestas contra el orden señorial establecido.
Causas de la revuelta:
En la revuelta de los comuneros se condensaron una multitud de elementos que hundían sus raíces en el pasado:
A) Estructurales (generadas a lo largo del tiempo):
1. El auge de la burguesía urbana.
2. El carácter incontrolable de la masa popular de las ciudades (artesanos, comerciantes…), que por su pobreza y miseria eran caldo de cultivo para una detonación social.
3. La agitación antifiscal (protestas contra los impuestos directos del Estado).
4. La actitud del clero, encontra de la posición de privilegio de la nobleza.
5. El arraigo de la noción social del “ común” en la defensa de las tradiciones castellanas.
B) Coyunturales (que suceden en el tiempo inmediato):
1. Económicas. Entre 1515 y 1521 tienen lugar episodios de hambre, epidemias, malas cosechas y subida de los precios, rompiendo el equilibrio introducido por los Reyes Católicos. Castilla denunciaría la política de convertir el reino en exportador de materias primas (especialmente la lana) e importador de productos elaborados en el extranjero (paños de Flandes, por ejemplo), lo que perjudicaba los intereses sociales y la conducía al subdesarrollo.
2. Causas políticas. La oposición al reinado de Carlos I, quien había accedido al trono tras la muerte de Fernando el Católico en 1516 en contra de la opinión de parte de la nobleza y del Consejo Real (que consideraban la soberanía de su madre Doña Juana). El nuevo monarca además desconocía el idioma y las costumbres castellanas y había situado a sus consejeros flamencos al frente de los puestos de responsabilidad de la corte. Ante este hecho, las Cortes de Valladolid (1517), le pidieron una rectificación, que lejos de ser aceptada se convirtió en un agravio cuando convocadas nuevamente en La Coruña (1520) les fue solicitado sufragar los gastos para hacerse con el trono del imperio alemán vacante por el fallecimiento de su abuelo Maximiliano de Austria.
Desarrollo (1520-1521)
La Revuelta estalló en la primavera de 1520 por iniciativa de las ciudades de Toledo (abril) y Segovia (mayo). Pronto se unieron a la causa nuevas ciudades castellanas como Salamanca, Zamora, Toro, Burgos o Ávila, donde se creó la denominada Junta Santa con el objetivo de organizar y dar naturaleza política al movimiento. La primera actuación de la Junta fue trasladarse a Tordesillas, donde recibió los apoyos de nuevas ciudades como Guadalajara, Cuenca o Murcia, con el propósito de entrevistarse con Dña. Juana para conseguir el apoyo a su causa a cambio del reconocimiento como legítima reina de España. La actitud titubeante de ésta tras la entrevista del 24 de septiembre, no supuso que un día más tarde la Junta negase la autoridad del Consejo Real con sede en Valladolid. Tal circunstancia suponía declarar la guerra abierta al orden establecido y fue un toque de atención hacia la nobleza y la alta burguesía que se pusieron al lado de D. Carlos. Aunque las primeras batallas fueron favorables a los comuneros(Torrelobatón, 1521), diversas causas como la indefinición de la reina, la continuidad de los problemas internos, la oposición de Andalucía a unirse a la revuelta y la radicalización antiseñorial les condujeron al fracaso. Para entonces el soberano había presentado a los comuneros un programa que concordaba con sus peticiones, incluyendo a no dar cargos a mas extranjeros y la regulación de los préstamos votados en las Cortes. Pero ya ni fue necesaria ni pudo aplicarse esta política de paz, pues la nobleza desconfiaba del movimiento. Finalmente se produjo la derrota militar de los comuneros en Villalar, Valladolid ( 23 de abril de 1521) seguida de la ejecución de los tres cabecillas principales: Padilla, Bravo y Maldonado. El movimiento fue totalmente concluido en 1526.
Caracterización del movimiento comunero.
Este movimiento es considerado como la “primera revolución moderna”, ocurrida en contra del autoritarismo de Carlos I. La revuelta comunera tiene lugar en el transito entre la Edad Media y la Edad Moderna.El pueblo prefería el Estado Moderno de la edad dorada de los Reyes Católicos y pedían a Carlos I un cambio en la actitud de poder supremo. Los comuneros querían corregir la marcha hacia el absolutismo. De ahí surge el proyecto revolucionario comunero, expresado en :
· La intención de ampliar el círculos de los que integran la voluntad que ejerce el poder ( un ejemplo es todo el poder del estado que adquirió la Junta de Tordesillas).
· Se busco la petición suprema de la libertad política, esto es, a la garantía de una participación en un gobierno propio, y eso en aquel momento fue una novedad.
· Apareció la creencia entonces revolucionaria de que el poder representaba en sus acciones el bien común, al pueblo, a todos.
· La presencia en aquellas comunidades políticas castellanas de fuertes corrientes de solidaridad. Esa solidaridad fomenta la comunidad, la igualdad de todos los habitantes entre si, y de la participación de todos ellos (el común).
· Ampliar el marco de la movilidad social.Es por ello que el movimiento comunero, aunque respondiera a una serie de problemas particulares surgidos en la segunda mitad del siglo XV y comienzos del siglo XVI, y que en muchos casos pecase de desorganización y radicalización, no hay que negarle la presencia en si mismo de tendencias novedosas para aquellos momentos históricos en los que surgió, tales como las importantes nociones de igualdad o libertad. Con posterioridad, igualdad y libertad se convertirían en nociones básicas de la teoría política y signo de la evolución de la sociedad.

sábado, 6 de noviembre de 2010

Tema 1. RAÍCES, DE LA ANTIGÜEDAD A LA EDAD MODERNA (La monarquía autoritaria de los Reyes Católicos).

El matrimonio de los Reyes Católicos creó una nueva entidad política: la Monarquía Hispánica, cuyo objetivo esencial era el de fortalecer la autoridad de los reyes cuestionada por la nobleza castellana y catalana. Impusieron la autoridad real por encima de cualquier otro poder, por lo que su reinado se considera el origen del Estado Moderno y de la monarquía autoritaria en España.
Sin embargo, dicha monarquía no fue sino una unión dinástica, pues Isabel y Fernando reinaron en sus respectivos Estados, Castilla y Aragón, y fueron meros consortes en el de su conyuge. Tras su matrimonio, en 1469 y su confirmación en el poder diez años más tarde, no se unieron las dos coronas para formar un solo reino, sino que ambos continuaron manteniendo sus propias fronteras, leyes, monedas e instituciones, aunque con un propósito común: construir un Estado Moderno a semejanza de otros europeos.
El Estado Moderno estuvo caracterizado por la aparición de las monarquías autoritarias, como se denominaron las monarquías de Europa occidental entre finales de la Edad Media y comienzos de la Moderna, durante el surgimiento del Antiguo Régimen. Se trata de una forma de transición entre las monarquías feudales y las absolutas, en las que el poder político se centra en el rey que lo debe mantener mediante pactos. Sus principales instrumentos de poder fueron la burocracia, la hacienda, la diplomacia y un ejército moderno.
Los RR.CC. llevaron a cabo una serie de actuaciones tendentes al fortalecimiento de la corona y del nuevo Estado aplicando una política centralizadora y personalista basada en dos aspectos fundamentales: la unificación territorial y religiosa en el interior, y el expansionismo militar en el exterior. La primera tuvo como puntos fundamentales la política matrimonial, la campaña contra Granada (1481-1492) y la anexión de Navarra (1512), amén de la expulsión de los judíos (1492) y el decreto de conversión de los moriscos (1502) en el orden religioso, complementado por la creación del Tribunal de la Inquisición (1478) para velar por el cumplimiento de la moral cristiana. La segunda, llevó a Castilla a finalizar la conquista de las islas Canarias (a partir de 1477) y a protagonizar la expedición que descubriría América (1492), y a Aragón a afianzar su posición en Italia y establecerse en los principales puertos del norte de África para controlar los ataques de la piratería bereber en el Mediterráneo occidental.
A estos aspectos habría que añadir una política de reformas en la organización de los Estados. Se redujo el papel de las Cortes y se crearon o restructuraron los Consejos, organismos encargados de administrar los principales asuntos del país en colaboración con los monarcas: de Castilla, de Guerra, de Hacienda...; se reorganizó del sistema judicial, mediante la creación de las chancillerías y las audiencias; se modernizó el ejército, a partir de un sistema de tercios; se mejoró la recaudación de impuestos y se creó la Santa Hermandad (1476), para garantizar la seguridad en los caminos y zonas rurales.

ORDENACIÓN CRONOLÓGICA

Veamos de los que somos capaces, intentemos ordenar cronológicamente de más antiguo a más moderno. Vamos a hacerlo sin mirar y luego consultamos los apuntes en caso de duda. Contestamos en los comentarios.

- Conquista de Valencia.

- III Concilio de Toledo.

- Arte levantino.

- División de Hispania en Ulterior y Citerior.

- Invasión musulmana de la Península.

- Conquista de Toledo.

- Batalla de Covadonga.

- Llegada de los fenicios a la Península.

- Invasión de los almohades.

- Inicio del reinado de los Trastámara en Castilla.

- Alfonso I el Batallador conquista Zaragoza.

- Toma de Córdoba por Fernando III.

- Pinturas rupestres de Altamira.

- Inicio del califato de Córdoba.

- Batalla de las Navas de Tolosa.

- Los Reyes Católicos ocupan el trono.

- Fernán González crea el condado de Castilla.